Los finales de campaña son siempre de infarto. Mis compañeros en La Voz les explican en esta página que hay medio millón de votantes indecisos que pueden inclinar el resultado final de un lado o de otro. Es así. Solo hay dos lados en el 18F. El que se quede en casa que luego no se lamente. Serán 38 para Rueda o 38 para el bloque de izquierdas.
Galicia, Galicia, Galicia. Así llegó Albor. Fraga lo tuvo claro. Feijoo, lo mismo. Y ahora Rueda debe evitar que el final de la campaña se celebre en el campo embarrado que intentan desde Madrid y desde Cataluña. Feijoo lo ha negado todo. Ayer la surrealista irrupción de la fugada Marta Rovira, de ERC, asegurando que el PP quería pactar con los independentistas catalanes. El jefe de la oposición tiró de retranca y dijo que lo próximo que le achacarán es que les ofreció el Ministerio de Defensa. Lo escrito: todo vale en momento tan delicados.
Los partidos echan el resto: llamadas de teléfono y vídeos de humor. Marta Lois, de Sumar, hace lo que puede por entrar en una de las dos provincias donde le quedan posibilidades: A Coruña y Pontevedra. Los de Yolanda Díaz lanzaron una campaña masiva con más de cien mil llamadas para alcanzar a más potenciales votantes. A algunos no les ha hecho gracia la llamada y se preguntan cómo Sumar consiguió su número. El Bloque lanzó otro vídeo, este humorístico, sobre Rueda al volante del bus. Ya está dicho que las elecciones del siglo XXI se ganan desde las tripas, desde la emoción. La razón y el programa no importan. El asunto es llegar al votante como sea. Unas risas pueden pesar más que el desmantelamiento de la Guardia Civil en Galicia.
Sánchez vuelve el jueves y el viernes. El Bloque está por las nubes, pero su éxito puede ser un fracaso si no suma con las otras fuerzas 38 diputados. En Galicia, 38 lo es todo. Y 37, el tamaño de la boca del pozo. El PSOE juega un papel secundario, pero puede ser clave si consigue movilizar más voto en las ciudades. Sánchez regresa mañana a A Coruña y el viernes a Santiago para evitar que los socialistas se queden por debajo de catorce diputados. Si se desmorona su suelo, de nada sirven los números de Pontón.