«¿Problemas para votar? ¡Todos!»

Carlos Punzón
carlos punzón VIGO / LA VOZ

ELECCIONES 2016

Problemas para votar
La Voz

Ocho emigrantes relatan cómo la imposibilidad de ir a sus consulados, cumplir con los cortos plazos de envío o no recibir las papeletas los deja fuera del sistema electoral

11 dic 2015 . Actualizado a las 13:10 h.

Llevan tan mal no poder votar como que se cuestione su derecho a poder hacerlo por el hecho de haberse visto obligados a buscar trabajo fuera del país. Forman parte de la nueva oleada migratoria de treintañeros que pese a sentirse plenamente formados se consideran expulsados por una crisis a la que quieren contestar con su voto, pero no pueden porque el sistema electoral se lo ha puesto difícil por su complejidad, dependencia de cuando menos cuatro envíos postales y obligación de pasar por un consulado que no siempre está a mano.

Consulados lejanos

A nueve horas de coche. La coruñesa María Roel (39 años) tras seis años engordando su currículo de licenciada en derecho, cogió en el 2008 la maleta con destino a Tennessee para convertirse en profesora de español. Tras un paréntesis de tres años en Inglaterra, regresó a Laurinburg (Carolina del Norte) y desde ese momento se siente excluida del sistema electoral. «¿Problemas para votar? ¡Todos!» recalca con énfasis. «Es extremadamente difícil». El consulado donde tiene que registrarse para votar está a nueve horas de coche. «Mandar tu pasaporte y todo el papeleo por correo siendo extranjero no es seguro en USA, donde te lo pueden pedir en cualquier momento», añade. Enumera a mayores testimonios de conocidos que afirman que no llegan las papeletas de todos los partidos. «Estoy bastante enfadada con este sistema y conozco muchos casos como el mío, que se podrían resolver con el voto por Internet», exige.

Similar descripción hace la también coruñesa Pamela Ocampo (38), radicada en Inverness (Escocia). «He llegado a plantearme no volver a votar, te sientes expulsado completamente», dice tras explicar que ir a votar al consulado le supondrían ocho horas de viaje de ida y vuelta en día laborable y 110 libras en el tren. Radiofísica hospitalaria, está dada de alta desde hace 20 años en el consulado, pero ni así podrá votar esta vez. La documentación le llegó dos días después de cerrarse el plazo para rogar el voto. «He oído que en los consulados tienen orden de complicar las cosas, porque nuestro voto no interesa, ahora somos difíciles de predecir», interpreta.

Laberinto administrativo

Sin noticias de su ruego de voto. La crisis de Bankia llevó a Jaime Javier Delgado a Bournemouth (Inglaterra). Allí se reinventó junto a su mujer desde hace un año y nueve meses y ya es jefe de equipo en una multinacional. Nada más llegar se inscribió en el consulado y ya pudo votar en su nueva ciudad de acogida en sus municipales. Pero para estas generales, nada. «Tuve que pedir un día libre, desplazarme dos horas hasta Londres y hacer una larguísima cola para apuntar me en el registro del voto rogado. Seguí los plazos, los conductos reglamentarios y no sé nada de mi derecho al voto», relata, mientras a su esposa le llegó la documentación a su antiguo domicilio en España. «He votado siempre desde los 18 años y ahora no puedo. Me afecta», dice.

La madrileña Mónica Bernaldo de Quirós (45) incide desde Turín en el mismo laberinto administrativo. «Rogué a tiempo mi voto en las autonómicas de mayo, y aunque conozco a mucha gente que no le llegó el código para votar, a mi sí, pero en cambio no las papeletas», rememora con frustración. Mientras explica sus peripecias electorales y que estaba buscando un donante para que votase por ella en España, el cartero llama a su puerta con las papeletas para el 20D. «No te lo vas a creer, me han llegado. Ir al consulado a Génova me es imposible ahora, así que a confiar en el correo», concluye.

Problemas tecnológicos

Fallos en la firma electrónica. La madrileña Lara García cruzó el mundo entero hace poco más de un año hasta Perth (Australia) para trabajar en su universidad como ambientóloga. Para no depender de nadie salió con su firma electrónica activada. «Pero cuando traté de utilizarla para rogar el voto en las autonómicas no funcionó y me quedé sin votar», lamentaba ayer desde un congreso en la India. «Me he quejado mucho y hoy mismo (por ayer) me dicen que me han llegado las papeletas, pero mi compañero de piso no entiende español por lo que voy a pedirle a una amiga mexicana que vote por mi, a ver si lo logra», señala matizando que la movilidad de la nueva generación de emigrantes no está prevista ni a la hora de votar por métodos informáticos, ni con plazos con los que se pueda salvar cualquier contingencia personal o administrativa.

«Mis amigos franceses deciden votar un día y pueden hacerlo ya al siguiente»

Hijo de emigrantes de Caldas y nacido en Bruselas, David Guerra (29) ve con envidia como sus compañeros en Berlín de nacionalidad francesa han decidido votar en los comicios regionales galos al ver el triunfo de la extrema derecha en la primera vuelta. «No votaron el domingo pasado, pero quieren hacerlo este y su sistema funciona de tal manera que lo pidieron un día y ejercieron su voto al siguiente. Eso sí que es facilitar el voto a los expatriados». Guerra, que votó por correo sin problemas hasta el 2011, se ha quedado sin participar por problemas de plazos en las anteriores generales y ahora porque le faltó una firma en un papel. «Les interesa mantenernos callados», concluye.

El ambientólogo vigués Paulo Lago (33) tenía tan presentes los problemas que surgen en el exterior para poder votar, que esta vez en su segunda estancia laboral en Malta dejó firmado por contrato poder volar a España cuando hubiese votaciones, y así lo hará el día 20.

Pablo García (36), portavoz de la Marea Granate, advierte desde París que otra vez está fallando la recepción de papeletas.