Después de que Rajoy abanderase como suya la causa de aquella niña, el líder de los socialistas decide incluir en sus mítines la historia de dos mujeres que tienen un poder de ubicuidad hilarante
18 may 2015 . Actualizado a las 22:49 h.A aquella famosa niña de Rajoy le ha salido una competidora. Bueno, o dos o tres... Si en su día el presidente del Gobierno decidió adoptar como suyos los problemas de aquella pequeña que ya pasará a la historia como «la niña de Rajoy», Pedro Sánchez no ha querido quedarse atrás y decidía abanderar hace unas semanas la causa de Juana.
Y es que tal y como descubrió el programa El Objetivo de La Sexta, Juana era una mujer que cambiaba de lugar de residencia y de ocupación según los días. Su poder de ubicuidad y su capacidad para el pluriempleo acabó sorprendiendo a los periodistas. En unas ocasiones trabajaba de limpiadora de hoteles en las Islas Canarias y otras limpiaba un colegio de Alicante. Lo único que tenían en común las infinitas Juanas de Pedro Sánchez era el «mal del PP»: todas ellas habían sufrido mucho a causa de las políticas del equipo de Mariano Rajoy.
De tan manida que acabó siendo la historia de Juana, Pedro Sánchez se cansó de hablar de ella. Ahora prefiere hacerlo de Valeria, una joven de 35 años que tiene, sospechosamente, algunas cosas en común con su predecesora. Y es que Valeria también cambia de trabajo, de residencia y hasta de nombre, convirtiéndose en Verónica, según el día.
La historia de Valeria comenzó a ser de conocimiento público en un mitin de Alcorcón. Allí, el socialista contaba que la esta chica, natural de un barrio obrero de Barcelona, había conseguido llamar su atención después de que su madre acudiera a pedirle ayuda. Días más tarde, ya en Santiago de Compostela, Valeria ya no era catalana, sino extremeña y trabaja como dependienta en varios comercios con dos contratos de cuatro horas cada uno de ellos.
Entre los kilómetros que separan Santiago de Calasparra (Murcia), Valeria dejó de trabajar en varias empresas y centró su actividad en un solo comercio; una circunstancia que volvería a cambiar al aterrizar en Durango (Vizcaya), donde la cambiante joven había trabajado trece horas en un mes y había cobrado 65 euros.
Con tanta inestabilidad, la pobre protagonista de las historias del líder de los socialistas acabó cambiando hasta de nombre. En un mitin de Badajoz, Pedro Sánchez decidió convertir a la pobre Valeria en Verónica.