De despreciar a los populistas a querer liderar un frente de izquierdas

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

ELECCIONES 2016

JuanJo Martin | EFE

Pedro Sánchez se puso dos líneas rojas para pactar durante la campaña electoral: el PP y Bildu

26 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Pedro Sánchez puso dos líneas rojas para pactar durante la campaña electoral: el PP y Bildu. Ahora quiere liderar un frente de izquierdas con aquellos a los que hace meses llamaba despectivamente «populistas» y ni siquiera mencionaba por su nombre. El secretario general sale vivo del 24M, lo que hasta hace poco parecía una quimera. El PSOE pierde 700.000 votos, se hunde dramáticamente en las grandes ciudades, con Madrid y Barcelona como símbolos del descalabro, pero puede gobernar en seis comunidades autónomas, se acerca a solo dos puntos del PP y resiste como fuerza hegemónica de la izquierda, muy por delante de Podemos. Además, su apuesta personal en la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo, ha mejorado el resultado que obtuvo el defenestrado Tomás Gómez en un escenario político mucho más complicado que el que había en el 2011, pero no ha sido suficiente porque la popular Cristina Cifuentes se perfila como presidenta de la Comunidad de Madrid.

Sánchez se enfrenta ahora a un dilema, sobre todo de cara a las elecciones generales. Si pacta con Podemos, lo que es imprescindible para propiciar el cambio en autonomías y municipios, se escorará a la izquierda y eso podría disuadir al electorado más moderado. Pero si no lo hace, el PSOE no recuperará tanto poder autonómico y municipal y defraudará las expectativas de los votantes de izquierda. Ser incapaz de acordar pactos para derrotar a Esperanza Aguirre en Madrid o a María Dolores de Cospedal en Castilla La-Mancha sería letal.

Capacidad de pactar

Pero llegar a acuerdos con Podemos podría perjudicar su mensaje de «cambio tranquilo» con el que ha machacado durante la campaña. Sería munición gruesa para el PP, que alentaría el fantasma de la ultraizquierda y de la reedición de una especie de frente popular. Pero el premio de gobernar en comunidades y ayuntamientos es demasiado alto como para resistirse. Por tanto, como ha dejado claro Sánchez, buscará el acuerdo.

El líder socialista deberá demostrar ahora sus dotes para la negociación. No solo tendrá que hablar con Pablo Iglesias sino también con Albert Rivera para visualizar que es capaz de pactar con las dos fuerzas emergentes. También le esperan decisiones cruciales en la Comunidad Valenciana, donde el pacto debe incluir a Compromís, una de las grandes revelaciones de estas elecciones.

La negociación con Podemos será también un juego de liderazgos, en el que Sánchez e Iglesias se la juegan. Ambos tratarán de transmitir que son los que llevan las riendas de la negociación y que son los ganadores de los pactos.

Por otro lado, Susana Díaz sale reforzada con la tercera victoria electoral consecutiva de los socialistas en Andalucía. No hay dudas de que Sánchez será el candidato a la Moncloa y es probable que no tenga ni siquiera que competir con algún postulante alternativo en las primarias previstas para el mes de julio. Ahora ha logrado salvar los muebles, evitando el desastre del partido, y Díaz tiene trabajo por delante en su comunidad. Pero si Sánchez se estrella en las elecciones generales, la presidenta andaluza estaría en condiciones de dar el salto a Madrid avalada por sus cosechas de éxitos en las urnas.