Les ha llegado la hora de retratarse, lo que influirá en las elecciones generales
26 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Como era de esperar los dos partidos emergentes tendrán que retratarse, después de haber estado dos meses sin permitir la investidura de Susana Díaz en Andalucía a la espera del 24M. Ahora les llega el momento de la verdad para definirse. Mantener el discurso de que no son de derechas ni de izquierdas será imposible.
En el caso de Podemos tendrá que decidir si pacta con el PSOE, al que hasta ahora ha venido metiendo en el mismo saco de la casta. Si lo hace y permite que los socialistas gobiernen en las comunidades en las que su respaldo es decisivo tendrá un coste en una parte de sus bases y su electorado, reacios a llegar acuerdos. Pero si, al contrario, posibilita que el PP mantenga el poder en autonomías y municipios donde la izquierda es mayoritaria sería aún peor. Pablo Iglesias juega con la baza de que durante la campaña dijo que estaba dispuesto a llegar a acuerdos con todos los partidos. También lanzó el mensaje de que el PSOE había cambiado respecto a la corrupción. En todo caso, tendrá que medir muy bien sus movimientos para no dar la impresión de cara a las generales de que es una mera muleta del PSOE. Tiene, eso sí, algunos cromos importantes que intercambiar. Por encima de todo, el ayuntamiento de Madrid, ya que Manuela Carmena necesita el apoyo de los concejales de Antonio Miguel Carmona.
Podemos obtiene un gran resultado al entrar en todo los parlamentos, con mucha fuerza en algunos. Pero no ha logrado superar al PSOE y sus éxitos los ha obtenido sin su marca. A partir de ahora, Iglesias no podrá decir que es el líder de la oposición, como hizo temerariamente.
Las dos opciones
Respecto a Ciudadanos tiene ante sí una encrucijada, sobre todo en la Comunidad de Madrid. Su respaldo resulta imprescindible para que Cristina Cifuentes sea presidenta. En caso contrario podría gobernar una coalición de izquierdas con Ángel Gabilondo a la cabeza. Pero, a diferencia de Andalucía, no bastaría con la abstención, sino que debe votar a favor, lo cual supone mojarse mucho. Albert Rivera pone como condición indispensable que los partidos que quieran pactar con el suyo deben firmar su decálogo anticorrupción, que incluye que el PP celebre primarias.
Si Ciudadanos da vía libre a gobiernos del PP no solo en Madrid sino también en Castilla y León, Murcia y La Rioja, quedará marcado a la derecha. Pero esto lo podría contrarrestar con un giro en Andalucía, que parece inminente, para posibilitar la investidura de Díaz. Esta dualidad presentaría a Ciudadanos como un partido constructivo que facilita la gobernabilidad. Pero existe otra opción: no casarse ni con populares ni con socialistas para aparecer en las generales impoluto, sin mancharse. En todo caso, sería otra forma de retratarse. De momento, el «cambio sensato» que propugna Rivera tendrá que esperar.