Rajoy cita a los barones para rebajar las críticas y pactar los cambios en el partido, y sopesa nombrar ministra a De Cospedal como sustituta de Wert
30 may 2015 . Actualizado a las 08:19 h.El PP vive en un ambiente de máxima tensión interna desde que las elecciones municipales y autonómicas certificaron una brutal pérdida de apoyo en las urnas y el creciente desapego ciudadano. El inédito enfrentamiento entre dirigentes del partido y del Gobierno, que alcanzó ayer su máxima expresión en la petición pública de la diputada Cayetana Álvarez de Toledo de que Rajoy deje el liderazgo del PP, se suma un incierto compás de espera hasta que se ejecuten los cambios. Antes de abordarlos una vez constituidos los nuevos ayuntamientos, Rajoy ha iniciado una ronda de contactos con los barones, a los que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, pidió ayer «lealtad institucional», para pactar los que afectan al partido y rebajar la tensión.
Algunos de esos barones no entienden por qué Rajoy salió a dar una inusual rueda de prensa al día siguiente de las elecciones para anunciar que no habría relevos ni en el Gobierno ni el en el partido. Máxime, cuando era evidente que, al menos en el Gobierno, sí los iba a haber porque el ministro de Educación, José Ignacio Wert, ya había pactado su salida del Ejecutivo inmediatamente después de las elecciones.
En lugar de haber anunciado ese día cambios de personas, de actitud y de discurso, reforzando así su liderazgo y demostrando a los ciudadanos que había entendido su mensaje, Rajoy aparece ahora como un líder débil que va a dar esos pasos forzado por la presión de su propio partido.
Lo que está por ver es si seguirá fiel a su estilo y se limitará a hacer los relevos precisos en el Gobierno y en el PP sin traumas y con el menor número de movimientos posible. La máxima expresión de esa economía política sería nombrar a la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, como relevo de Wert en el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y designar a un nuevo secretario general. Eso le permitiría presentar el cese de la actual número dos del PP como un ascenso para ella, y no como un castigo, y abortaría el peligro de que una De Cospedal despechada por su derrota frente a sus críticos, entre los que se encuentra la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, arremetiera públicamente contra ellos, desestabilizando al Gobierno y el PP.
Para el puesto de secretario general, que deberá centrar ahora sus esfuerzos en la estrategia para ganar las generales y no tanto en un juego de equilibrios territoriales de cara a las autonómicas y las municipales, que es a lo que se ha dedicado De Cospedal, el nombre más citado es el de Alfonso Alonso. Un hombre del equipo de la vicepresidenta del Gobierno, que vería reforzado su poder, pero con buena relación con todo el partido y muy respetado tras su labor como portavoz parlamentario del PP.
El precedente de Arenas
Ya hay un precedente de un secretario general que a la vez fue ministro, el de Javier Arenas. Hay que recordar que el secretario general debe salir de entre los miembros del comité ejecutivo elegidos por el congreso, una lista de 35 personas en la que Alonso figura desde el pasado congreso de Sevilla del 2012. En esa lista no está por ejemplo Alberto Núñez Feijoo, que no podría ser por ello, al menos formalmente, secretario general, pero sí está la ministra Ana Pastor.
Pero hay quienes piensan que eso no sería suficiente y que debe haber más cambios en el Gobierno y en el partido. Se sabe ya que el presidente en funciones de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, pedirá a Rajoy el cese del ministro de Industria José Manuel Soria. Otros ministros, a los que algunos líderes regionales acusan de haberse comportado con ellos con prepotencia, también están en el foco de las críticas. Y, en lo que afecta al partido, son muchos los que creen que el cambio de discurso debe ir acompañado de la entrada de figuras jóvenes capaces de comunicar mejor y de conectar con los electores de entre 18 y 30 años, segmento en el que se encuentran la mayoría de los que han dejado de votar al PP.
El ministro de Educación Cultura y Deporte tenía ya pactada su salida del Ejecutivo para ser designado embajador ante la OCDE en París. Esa salida le serviría a Rajoy como pretexto para abordar los cambios necesarios en el Gobierno y el PP.
Está cuestionada por miembros del Gobierno y por diferentes barones regionales, que critican que haya sido a la vez presidenta de Castilla-La Mancha. Rajoy podría nombrarla ministra de Educación en sustitución de Wert.
El ministro de Sanidad y exportavoz del PP en el Congreso es uno de los que suenan como relevo De Cospedal en la secretaria general. Es un hombre muy próximo a Sáenz de Santamaría, pero bien valorado en todo el partido.