Qué se votó el domingo

Laureano López
Laureano López CAMPO DE BATALLA

ELECCIONES 2016

31 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Se equivocan quienes hablan hoy de la insoportable levedad del voto. Nada hay más contundente. Se vio el domingo pasado. Se equivocan quienes hablan de que el votante se equivoca. Nada hay más razonable y razonado que un voto. El voto pone a cada uno en su sitio. Explica lo hecho y lo deshecho, lo que queda por hacer. El voto del domingo fue un poco el final de esa política de turnos -tú cuatro años, yo los cuatro siguientes, y el mundo que siga girando, da igual cómo y para qué-. Fue en parte el voto del inconformismo, un voto de censura a quienes no reaccionaron cuando la botella estaba medio vacía. Para miles de votantes esa botella no podía estar medio llena, porque en la de ellos no había nada. Fue también un voto de reflexión para algunos que ya no van a gobernar, porque los votantes les dijeron: cambiad, así no nos sois útiles, escuchadnos. El voto del domingo fueron muchos votos nuevos contra lo de siempre. Se podría hablar de si esos votos fueron un mensaje contra la corrupción o los recortes, de si pagaron justos por pecadores, de si fue un voto de carácter nacional, generacional o interestelar. Quizás en parte fue una mezcla de todo. Lo cierto es que el 24M la paciencia de muchos votantes se rompió de tanto usarla. Pasaron una mopa sobre el polvo de la política española, y ahí está el contundente resultado: una marea de ilusiones impulsada por un mar de desilusionados. El voto del domingo, un grito silencioso, no es, por descontado, un cheque en blanco. Ahora queda que los nuevos alcaldes pongan tantas esperanzas y deseos en práctica. Que gobiernen bien y para todos. Y que les dejen intentarlo. Quien pretenda ensayar contra ellos la política de la zancadilla, sin más fin que tirarlos al suelo, le estará metiendo la pierna al futuro inmediato de este país.