Los partidos coinciden en definir la caída de la natalidad y el envejecimiento como el principal problema de país, pero discrepan en las recetas para atajar esta crisis
05 dic 2015 . Actualizado a las 11:28 h.El Instituto Nacional de Estadística (INE) irrumpió ayer en la campaña del 20D para recordar uno de los problemas nuestros de cada día, la crisis demográfica, que acompañada a los gallegos desde comienzos de los años ochenta, cuando empezó a caer de forma abrupta la tasa de natalidad, convirtiendo a Galicia, junto con Asturias, en el territorio con la población más envejecida de España.
Un problema «estructural», «transversal» o «terrible». A la hora de definir la crisis demográfica gallega, las fuerzas políticas solo discrepan en los adjetivos que emplean, pues hay un amplio grado de coincidencia en señalar que se trata de uno de los problemas mayores que tiene Galicia como país, y que se ve todavía más agravado en las dos provincias orientales, Lugo y Ourense, o en las comarcas más alejadas de las grandes áreas urbanas.
El rural gallego es ahora mismo un territorio que no deja de vaciarse porque se celebran muy pocos nacimiento, las posibilidades laborales no abundan y los servicios públicos se prestan más en precario que en las áreas demográficamente dinámicas. Y todo eso no contribuye a fijar población. En la actualidad, en Galicia nacen cada día 53 niños, pero el número de defunciones asciende a 93, a casi el doble. En las zonas rurales, la relación es todavía más desfavorable, de un nacimiento por cada tres defunciones, como ocurre en la provincia de Ourense, un desajuste que no se compensó con el saldo migratorio.
Hace meses, años ya, que el IGE (Instituto Galego de Estatística) hizo sonar las alarmas con sus previsiones que se traducen en que cada día habrá menos gallegos, serán más viejos y ocuparán una porción menor del territorio. En julio alertaba de que la comunidad perdería un millón de habitantes en el 2051 de mantenerse la actual tendencia. El INE confirmó ayer en plano corto esta proyección, pues en el primer semestre del 2015 se contabilizaron 8.300 gallegos menos.
Hace tiempo que la sangría demográfica se coló en el debate político, aunque nunca lo hizo con la perseverancia y el consenso necesario para producir un corpus normativo capaz de atajar la crisis. Fue Manuel Fraga, en los años noventa, quien empezó a introducir el fenómeno de la caída de la natalidad en el discurso político, aunque su contribución a la resolución del problema fue muy limitada e incluso fue tomado a mofa por los partidos de la oposición.
El caso es que las políticas natalistas del fraguismo poco más produjeron que un departamento autonómico, la Consellería de Familia, y alguna que otra apelación del presidente a recuperar los valores tradicionales para estimular la fecundidad.
Con el Gobierno de Touriño se introdujo una nueva dimensión en este problema, la discriminación positiva en favor de las áreas menos dinámicas, con la aprobación del plan de reequilibrio territorial, pero no fue hasta el regreso del PP a la Xunta cuando se aprobó el primer plan de dinamización demográfica, aprobado en el 2013, pero sin consenso político. Este plan fue el embrión de las bonificaciones fiscales y las ayudas directas promovidas ahora por la Xunta, de las que discrepa la oposición por entender que es mera cosmética.
PP: Mantener todas las ayudas en el tiempo
Para Paula Prado, candidata del PP al Senado, la principal receta para atajar la crisis demográfica -«es un problema estructural», dice- pasa por mantener en el tiempo las ayudas y decisiones que se adopten, como el cheque bebé, y que desde las Administraciones se reme siempre en la misma dirección. La «corresponsabilidad» y la «conciliación» son aspectos a desarrollar mucho más, lo mismo que las «bajas incentivadas» o los planes de «flexibilidad» para hacer compatible el empleo con el cuidado de los niños.
PSOE: Apuesta más firme por el empleo
Luis García Mañá, candidato del PSOE al Senado, se detiene particularmente en la sangría demográfica de la provincia de Ourense, que «perdeu 130.000 habitantes dende os anos cincuenta», dijo. El principal desafío para atajar el problema pasa, opina, por la apuesta firme por el empleo, pues «sen traballo, a poboación non se estabiliza». Pero también cree necesario mejorar de forma integral los servicios públicos, especialmente la escolarización para pequeños de 0 a 3 años, sin reparar en el coste-beneficio a corto plazo.
Nós (BNG): Mejores servicios públicos en el rural
Las cabeza de lista de Nós por Ourense, Noa Presas, sostiene que la sangría demográfica es un problema «xeral» de Galicia, pero en la provincia ourensana «é moi transversal» y tiene incluso «tintes dramáticos». Asegura que hay menos posibilidades de empleo, lo que contribuye a que se expulse población, servicios públicos más precarios y opciones de movilidad deficientes. Entiende, por tanto, que no se puede afrontar el problema sin mejorar los servicios públicos en el rural y sin generar nuevas posibilidades de empleo.
En Marea: Fomentar lo pactos con la patronal
Para la número 2 de En Marea por A Coruña, Yolanda Díaz, es mera «propaganda» pensar que la gente va a tener hijos por disponer de una ayuda de 100 euros al mes. Las recetas de su formación pasan por crear una «comisión interdisciplinar» para abordar este problema y por fomentar los «pactos coa patronal» con el fin de ampliar las posibilidades conciliación de los trabajadores que deciden tener hijos. La propuesta se completaría con mejorar los servicios públicos y hacer permisos de maternidad «transferibles» al padre.
C's: Permisos iguales de al menos 8 semanas
La expresión de la crisis demográfica, para Isabel Cendán, cabeza de lista de Ciudadanos por Lugo, se ve en los parques «donde cada vez hay más mayores y menos niños». Su receta para encarar este problema pasa por la igualdad en los permisos por nacimiento de un hijo: 8 semanas tanto para la madre como el padre, y otras 10 a elegir por cualquiera de los dos. E insiste también en cambiar los horarios europeizarlos. «Si queremos tener más niños, hay que acortar las jornadas laborales y regresar a casa a las cinco de la tarde».