El PP, el PSOE y Ciudadanos elogian el discurso del rey, criticado por el resto de las formaciones políticas
26 dic 2015 . Actualizado a las 14:03 h.Las reacciones al discurso del rey muestran claramente la fractura que separa a las formaciones del próximo Congreso. De un lado, PP, PSOE y Ciudadanos, que alabaron el mensaje navideño de Felipe VI. De otro, Podemos, Izquierda Unida y los nacionalistas, que lo criticaron y en algunos casos lo desdeñaron. Sea como sea, el rey se enfrentó de cara a los retos más complicados que debe torear en su corto mandato: el desafío secesionista catalán y la obligación de proponer en las próximas semanas, aproximadamente dentro de un mes, un candidato a la presidencia del Gobierno después de escuchar a todos los portavoces parlamentarios.
En su segundo mensaje navideño, Felipe VI cambió el escenario habitual, el palacio de la Zarzuela, para trasladarse al salón del trono del Palacio Real, donde, rodeado de tapices y todo el boato de la corona, apeló a la historia de España para «poner en valor lo que hemos construido juntos a lo largo de los años». Y lo hizo desde una doble perspectiva: como «una gran nación definida por una cultura que ha traspasado tiempos y fronteras», pero también como «un gran Estado, cuya solidez se basa hoy en unos mismos valores constitucionales», y que «reconoce nuestra diversidad en el autogobierno de nuestras nacionalidades y regiones» desde «el respeto a la voluntad democrática de todos los españoles».
A partir de este fundamento, apeló a «lo que nos debe importar a todos, España y el interés general de los españoles», para que sirva de guía a los partidos en sus negociaciones para la formación de Gobierno y a los nacionalistas catalanes mantienen su desafío secesionista. A los partidos que ahora deben afrontar las negociaciones para formar Gobierno, les recordó que «el servicio a todo un pueblo, a los intereses generales de la nación, deben estar siempre por encima de todo».
Y a las fuerzas secesionistas catalanas les recordó que «la ruptura de la ley, la imposición de una idea o de un proyecto sobre la voluntad de los demás españoles, solo nos ha conducido en nuestra historia a la decadencia, el empobrecimiento y el aislamiento». Y añadió, como alusión general, que «nuestro camino es ya, de manera irrenunciable, el del entendimiento, la convivencia y la concordia en democracia y libertad», que es «defender los derechos y libertades de todos los ciudadanos y es también defender nuestra diversidad cultural y territorial».
Los discursos del rey son supervisados siempre por la presidencia del Gobierno. También en este caso, aunque en el de Navidad, que es el que mejor va recogiendo el ideario del monarca, Felipe VI tiene un mayor margen de autonomía. Y se nota, porque aunque en lo general no desentona con la postura del PP, el rey introduce algunos guiños a la oposición. Así, por ejemplo, al hablar de las instituciones recuerda que estas deben caminar «siempre al mismo paso del pueblo» y deben ser «sensibles con las demandas de rigor, rectitud e integridad que exigen los ciudadanos», en velada alusión a la corrupción. Y cuando señala la prioridad de la economía, destaca que hay que crear «empleo digno» y que las políticas deben fortalecer «los servicios públicos esenciales, como la sanidad y la educación», así como «reducir las desigualdades, acentuadas por la dureza de la crisis económica.
De histórico a paso atrás
Pero los matices del rey no evitaron la fragmentación de los partidos en dos bloques. De un lado el PP, el PSOE y Ciudadanos. Del otro, Podemos, IU y los nacionalistas. Para Dolores de Cospedal, el discurso de Felipe VI fue «histórico y esencial» por sus apelaciones a «la unidad, el consenso y la estabilidad», es decir los valores que cuadran mejor con la posición del PP. Por su parte, el socialista Antonio Hernando destacó, además de las referencias a la unidad y el respeto a la ley, las alusiones a los servicios públicos esenciales y la desigualdad. José Manuel Villegas, número dos de Ciudadanos, dijo comparte con el rey «la necesidad de diálogo y de consenso entre los partidos».
Íñigo Errejón, número dos de Podemos, fue el más crítico con el discurso del Felipe VI, que calificó de «paso atrás respecto al del año pasado», porque «hubo más atrezo que sensibilidad social, hubo 16 menciones a la unidad de España y solo una a lo que de verdad está desuniendo a nuestra sociedad, que es la desigualdad». Y echó en falta «menciones a la precariedad, a las pensiones que no alcanzan, a los jóvenes que se han tenido que ir». Alberto Garzón dijo que el rey «no pisa el suelo que pisa la mayoría social» y el PNV criticó su «defensa extrema de lo que ya tenemos».