Pablo Iglesias: Una declaración al PSOE en toda regla cargada de condescendencia

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO / LA VOZ

ELECCIONES 2016

El líder de Podemos reiteró la idea de un Gobierno de «bloque progresista» y definió con claridad los pactos: solo con el PSOE

14 jun 2016 . Actualizado a las 07:16 h.

«No soy yo el adversario, no soy yo...». Una voz suave y dramatizada sonó anoche en las pantallas planas y en las pocas cajas tontas que quedan en los hogares de España. Pablo Iglesias susurraba, pero era Pedro Sánchez el que salía en la imagen, mientras este hacía el enésimo reproche a la pinza PP-Podemos que le ha impedido gobernar. El tono, condescendiente, sería imposible hace medio año, cuando la formación morada iba por detrás en las encuestas y mostraba modos de aspirante a muleta.

Iglesias venía a hablar de su pacto -ahora con él como presidente- y de ahí que arrancase premeditadamente tibio en la temática económica, arrugado -como su camisa- con un discurso trufado de citas y cifras que solo arrojó contra Rajoy, cuando en el debate de diciembre se había cebado con Sánchez. Ayer, además de ojitos políticos, hasta hizo gracietas dialécticas: «Coincido plenamente con Pedro...». Poco importaba la temática. El líder de Podemos midió muy bien el impacto de sus frases de acceso a los turnos de palabra y las de cierre, y desde luego no eran producto de la improvisación. Eran producto de la encuesta del CIS.

La estrategia de Podemos, entregada a forjar la idea de un Gobierno de un «bloque progresista» que no avaló meses antes como tercera fuerza, respondió con absoluta claridad a la gran pregunta de una gran mayoría de españoles tras meses de negociaciones frustradas: solo pactará con el PSOE. Y encontró la solución. Pomada en vez de cal viva.

Pablo Iglesias habló menos que otras veces de sus propuestas, signo de que su mensaje principal ya estaba trasladado y que tenía poco que ver con el programa y más con lo que ocurra después de las elecciones. Buena parte de su tiempo lo empleó en responder por alusiones, defendiendo lo suyo, y frunció el ceño especialmente con Rivera, al que ninguneó en dos ocasiones. Con la corrupción, se creció. Y en su último arrumaco dialéctico al socialista, Sánchez le devolvió la jugada con otra voz en off cargada de ironía: «Me conmueves...».

De Galicia, ni una palabra, como tampoco se refirió expresamente a la novedad morada con respecto a diciembre, Izquierda Unida. Porque la única cita que hizo de Marx -«¡Y tres huevos duros!»- no cuenta.

La prepotencia del macho alfa

El candidato de Unidos Podemos recuperó el look que solía llevar antes de ser diputado. No es algo casual. Pretende erigirse en el candidato de la clase obrera marcando la distancia con el PSOE. Para dar sensación de dominio, corrige la curvatura de su espalda abriendo las piernas. Nunca pega los codos al cuerpo al hablar. Comienza el debate con un tono sereno que va transformando poco a poco. Los gestos que deja escapar su rostro connotan una prepotencia de macho alfa. El gesto de enfado que deja escapar cuando es atacado por Rivera va in crescendo hasta llegar al punto álgido cuando este acusa a su partido de haber obtenido dinero del régimen de Maduro. Los murmullos que utiliza cuando habla Sánchez parecen estudiados. No quiere quedar como el culpable de no haber podido formar Gobierno.