Optimismo educativo

José A. Marina TRIBUNA

ELECCIONES 2016

23 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Para resolver los problemas educativos solo hacen falta dos cosas: conocimientos técnicos y decisión política. He propuesto a los partidos políticos el objetivo 5-5-5. España puede tener un sistema educativo de alto rendimiento, equiparable al de Finlandia en el plazo de cinco años, dedicando el 5 % del PIB y consiguiendo cinco metas: 1.ª, reducir el abandono escolar al 10 % y aumentar al 85 % los alumnos de secundaria postobligatoria; 2.ª, elevar el nivel de los peores estudiantes; 3.ª, subir 35 puntos en las pruebas PISA; 4.ª, atender a los alumnos con necesidades educativas especiales, bien por dificultades de aprendizaje bien por altas capacidades; y 5.ª, cambiar los currículos acortándolos e introduciendo en ellos las llamadas destrezas del siglo XXI.

¿Vamos a conseguirlo? Solo si los ciudadanos lo exigimos con tenacidad y contundencia. Necesitamos un pacto social y político para la educación, pero a pesar de que todo el mundo dice estar dispuesto, no se alcanzará si no se adopta la metodología adecuada. Estamos en una situación de difícil salida, con una ley (la Lomce) vigente que toda la oposición -por razones muy diversas- ha prometido derogar, pero que no puede derogarse hasta que tengamos otra ley de recambio. Por eso, la mejor, y tal vez única salida, es que los partidos se comprometan a firmar una hoja de ruta que exige sacrificios a todos, pero proporciona soluciones a todos también. Las etapas son: 1.ª, considerar la Lomce como una ley provisional y transitoria; 2.ª, firmar un pacto educativo en el plazo máximo de seis meses; 3.ª, elaborar una ley de educación por consenso que nos dure al menos una generación; 4.ª, derogar la Lomce. Es una hoja de ruta sensata y creo que la única viable jurídicamente, pero por más que me he esforzado en explicarla cada partido la encuentra lesiva de alguna manera, excepto Ciudadanos.

PNo sé lo que va a pasar en las próximas elecciones, pero me gustaría convencer a la ciudadanía de que no tenemos tiempo que perder. Corremos el riesgo de gastar otra legislatura en peleas irrelevante sobre si son galgos o podencos. Hablando de animales, a veces parecemos burros.