Juan García, el padre del joven onubense fallecido Iván García, aseguró ayer que su hijo fue envenenado y anunció que pedirá responsabilidades a quien corresponda para que se aclaren los hechos
06 mar 2002 . Actualizado a las 06:00 h.Esta medida fue apoyada por la familia del otro joven y por el Ayuntamiento de Málaga. El padre se mostró convencido ante los medios de comunicación de que su hijo no había consumido antes éxtasis y explicó que tenía costumbre de salir muy poco. No obstante, apuntó que es posible que se dejara llevar por los amigos y probara la sustancia en la fatídica fiesta. Por su parte, la familia de Joaquín Barragán, el segundo joven fallecido, criticó que desde el Gobierno y las instituciones «se censure y prohiba el botellón» y no se actúe de forma clara contra «el consumo de estas sustancias en fiestas juveniles. «Esto no va bien, y debemos hacer algo. Se muestran contrarios al botellón y autorizan eventos de esta categoría», subrayó Antonio Barragán, hermano del joven fallecido. Su padre, de nombre también Antonio, indicó que va a luchar para que lo que le ha sucedido a su hijo «no vuelva a pasar más». Barragán, que junto a una veintena de amigos y familiares acudió al Parque Cementerio de Málaga mientras se realizaba la autopsia, declaró a los periodistas que emprenderá esta lucha «cuando dé el último adiós a mi hijo». Agregó que está en contacto con el padre del otro joven fallecido «para lo que haga falta» y pidió apoyo «para que esto no se vuelva a repetir». Preguntado sobre si pensaba presentar una denuncia ¿como ya ha anunciado que va a hacer Juan García¿, Barragán aseguró que «la misma policía me ha dicho que no va a servir de nada, por lo que no voy a presentarla, ya que yo sólo no puedo luchar contra una organización tan grande». «Pero ya buscaremos la fórmula de hacer algo», agregó. La policía se queda fuera Por su parte, Diego Enrique López, amigo y vecino de Joaquín Barragán, señaló que ésta «no era la primera vez que acudían a una fiesta de este tipo» y destacó que «él sólo era un currante que no se metía con nadie». López manifestó que a su amigo «me lo encontré en la fiesta y desconozco lo que tomó», aunque aseveró que «en este tipo de fiestas se va a lo que se va, a comer pastillas, que las puedes comprar por 2.500 ó 3.000 pesetas». Según López, la ambulancia tardó 45 minutos en llegar y «la pastilla lo reventó por dentro, y además la policía controla sólo lo que hay fuera de los recintos, pero dentro no hay ninguno».