
La tienda, fundada en 1924, cerrará el próximo 31 de diciembre ante la imposibilidad de competir con el lucrativo negocio de fotocopias de originales
29 oct 2002 . Actualizado a las 06:00 h.El centro de Madrid se queda sin música. Con el fin del año se cerrará una de las casas especializadas en este ámbito más prestigiosas y entrañables: Respaldiza. A partir de esa fecha, las paredes blancas y marrones que pintó, en 1924, Vicente Respaldiza, un director de banco amante de la música, y que sus hijas, Chefy, Ana y Begoña, han respetado, quizá sean sustituidas por los cristales de una tienda de ropa interior o de una hamburguesería. El motivo, algo tan actual como es la imposibilidad de luchar contra el lucrativo negocio de las fotocopias de originales. «Los alumnos compran una partitura y luego la fotocopian veinte», responde Ana a los clientes extrañados por la noticia del cierre. Si a esto le sumamos el 10% de descuento que hacen a los profesionales como deferencia y que carecen de la solvencia de las grandes superficies, resulta imposible que este negocio familiar pueda sobrevivir. Desde los escaparates instrumentos de cuerda, pequeña percursión y partituras, «siempre de las mejores marcas», apunta Begoña, invitan a explorar el interior de dos plantas en busca de cualquier tesoro musical. En caso de no poseerlo, las hermanas moverán cielo y tierra hasta encontrarlo. Como ese peculiar carrillón con forma de lira que tuvieron que construir pieza a pieza para el desfile de una banda. O cuando Chefy, quien ha heredado de su padre uno de los dos ejemplares del clarinete Romero existente en el mundo, se pasó meses consultando catálogos para dar con una extraño concierto. «Somos eficientes. Las tres hemos estudiado música aunque no hemos ejercido», apostilla Ana, que al igual que sus hermanas nunca ha pensado dedicarse a otra cosa. Con esta plena dedicación no es de extrañar que sus clientes, ya sean profesionales de la talla de Monserrat Caballé, Odón Alonso y Alfredo Kraus, profesores o meros aficionados se conviertan en amigos que a veces acuden solamente para charlar. Lo mismo ocurre con los empleados. «El más antiguo ha estado veinte años con nosotras e incluso hemos tenido a tres hermanas», afirma Ana a la vez que deja claro que serán indemnizados como Dios manda, «ya que son parte de la familia». Después de tantos años, Respaldiza ha presenciado numerosas y curiosas anécdotas: Un día, un hombre entró a por unas castañuelas y cuando le preguntaron que para qué mano, él respondió que para las dos. Sin embargo, dentro dos meses el que pasee por la calle Arenal, esquina Plaza de Celenque, no verá el bello logotipo homenaje a la diosa de la música que Vicente tuvo que modificar incluyendo una nota y un laurel porque la marca de peluquería «Henry» la registró antes que él. Tampoco recibirán la sonrisa cordial de las hermanas Respaldiza y el cariño con la que atienden cualquier petición, a pesar de que implique una difícil tarea. Una auténtica pérdida.