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Sólo tres de los etarras excarcelados en los últimos 5 años retomaron las armas

R. Gorriarán / M. Pardo MADRID

ESPAÑA

El Gobierno esgrimió la reincidencia como gran razón que fundamenta el endurecimiento de las penas Justicia sostiene que un solo asesino reenganchado justifica la reforma

04 ene 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

El Gobierno usó la reintegración en la banda de los miembros de ETA que salían de prisión como argumento de autoridad para endurecer las penas y las condiciones para acceder a los beneficios penitenciarios. Sin embargo, en los archivos policiales, judiciales y carcelarios en los que figuran las decenas de terroristas excarcelados en los últimos cinco años, sólo hay tres casos constatados que hayan vuelto a las armas. Juan Trecet Sastre, Ignacio Bilbao Goikoetxea y Jesús María Etxeberria Garaikoetxea sintieron, una vez libres, nostalgia del plomo y la dinamita. Son los únicos reincidentes de relevancia conocidos y detenidos por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Es más, la norma en ETA es que una vez que un terrorista sale de la cárcel (integrado en la agrupación de presos y sin ceder ante ofertas de la reinserción y beneficios penitenciarios) ha cumplido el compromiso adquirido con la banda y puede desligarse sin más. Tras recibir el homenaje del pueblo y los amigos, algunos siguen en el entorno (Batasuna o colectivos de familiares de reos), pero buena parte no quiere saber nada de ETA ni sus satélites y emprende vida al margen. Sólo una minoría se sale de la norma y solicita un nuevo enrolamiento: lo hicieron Trecet, Bilbao y Etxeberria. El primero se integró en el grupo Donosti y fue detenido el 26 de septiembre de 2000 en Rentería. Tenía 42 años y apenas tres antes, el 18 de enero de 1997, había salido en libertad tras 18 años en prisión por pertenencia al comando Axular, con el que ametralló patrullas de la Guardia Civil y colocó varios artefactos explosivos. Bilbao Goikoetxea se encuadró en el comando Txapela; en 1983 fue detenido. Cumplió una pena que frisó los 18 años por centros en los que dio muestras de ser problemático: tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco, golpeó a un funcionario por llevar un crespón negro. Salió en el 2000 y meses después volvió a filas de ETA. Reapareció, con 46 años, en marzo de 2002 encuadrado en el grupo Donosti, con el que asesinó, según sospecha la policía, al edil socialista de Orio Juan Priede. El último del trío, también cuarentón, Etxeberria Garaikoetxea, fue detenido el pasado 18 de diciembre en San Sebastián tras la fuga de Collado-Villalba, donde asesinó al guardia Antonio Molina. En los 80 formó parte del comando Urdaburu y en 1987 fue condenado a 36 años. Salió en octubre de 2000 y volvió a ETA. La memoria de las víctimas El Gobierno reconoce que sólo «una parte mínima» vuelve a las armas, pero Michavila asegura que «sólo el asesinato de un guardia civil», como ocurrió con Etxebarria, ya justifica la reforma. El Ejecutivo pone sobre la mesa otra razón para avalar las restricciones: la memoria de las víctimas. Es «sangrante» para los familiares y amigos ver a los asesinos en la calle.