La guerra entra en la carrera sucesoria

ESPAÑA

CHEMA MOYA

La debilidad de Mayor Oreja fuerza a Arenas a acercarse a Rodrigo Rato para evitar que surjan nuevas corrientes tras los comicios municipales

07 abr 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

La guerra de Irak ha trastocado la carrera sucesoria en el PP. Si hasta hace unos días el aval de Aznar era suficiente para ser candidato, el previsible alto coste electoral que tendrá la guerra hace que ese crédito pueda no ser suficiente e incluso que acabe siendo perjudicial para algunos. Dirigentes del PP admiten que el paisaje del pos aznarismo distará mucho del diseñado en un principio por el propio presidente. Afirman que con un partido en horas bajas tras las municipales es impensable que alguien se haga con el control del PP con el único mérito de ser señalado por el dedo de Aznar y sin haber negociado con los demás sectores. Ante este panorama, los movimientos han comenzado. El primero ha sido un acercamiento entre Javier Arenas y Rodrigo Rato. El sector democristiano, uno de los mejor posicionados hasta ahora, habría dado un giro a su estrategia de jugar todas sus cartas a la promoción de Mayor Oreja como candidato. El ex ministro, según admiten casi todos, cotiza a la baja. La pifia de su retraso en la votación de los presupuestos vascos ha resultado devastadora en sus aspiraciones. Otro factor que juega en su contra es la evidencia de que el PP necesitará el apoyo de los nacionalistas. La mayoría absoluta es ya una quimera. El ex ministro y sus asesores quedaron desolados hace unos días en Madrid cuando comprobaron el escaso tirón de su líder. Rato y Rajoy tuvieron un lleno absoluto en un acto organizado para aleccionar a los candidatos mientras Mayor, que coordina el programa, habló en ese mismo acto ante un auditorio semivacío. Sonó la alarma. Arenas, que hasta ahora trabajaba para Mayor en la carrera, ha constatado que la democracia cristiana corre el riesgo de quedar fuera de juego si sigue apostando a todo o nada. Y entre Rajoy y Rato ha apostado por éste último, pese a sus desavenencias con el vicepresidente económico. Rato es un pata negra en el PP -los procedentes de AP- y Arenas, al igual que Mayor, procede de la UCD. Pero precisamente por representar sectores muy distintos ambos -pues Rato parece haber aceptado el acercamiento- son conscientes de que juntos pueden controlar la organización incluso en caso de un intento de golpe de mano tras una debacle electoral el 25 de mayo. Con esa alianza sólo quedarían al margen las huestes de Álvarez Cascos, que luchará por una cuota de poder sea quien sea el candidato, y el sector más crítico con Aznar, unificado en su rechazo a la guerra. Mariano Rajoy no tiene un sector agrupado en torno a su persona y sus bazas dependen de la confianza total que Aznar deposita en él. Llegado el momento, si no es elegido por Aznar, tendería a negociar dado que la otra alternativa, la vuelta a Galicia, le repele. Al margen estaría Gallardón, cuya previsible victoria en las municipales y el respaldo de Fraga, que desconfía de Mayor (UCD), le harán tocar poder. Pero todos están convencidos de que acabará arrimándose a quien crea que va a ganar. Previsiblemente Rato. Fuentes del PP admiten que el relevo será mucho más difícil de lo previsto. Pero los hay aún más pesimistas. Son los que opinan que una debacle electoral el 25-M obligaría a plantearse una catarsis al estilo de la que hizo el PSOE. Todos los dinosaurios contaminados por el apoyo ciego a la guerra serían jubilados. Y habría otros nombres. Loyola de Palacio, Ana Pastor, son algunos de ellos.