Leguineche recorre la historia de Rusia en «Madre Volga»

Elena F. Palacios madrid

ESPAÑA

Un viaje por el curso del río Volga le sirve al periodista para recrear pasado y presente de un país «marcado por la derrota y las malas jugadas»

30 may 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

El veterano periodista, experto en conflictos bélicos y en los pequeños placeres de la vida, ha unido dos de sus fascinaciones en Madre Volga (Seix Barral). «Me encantan los ríos y Rusia es un país que me atrae muchísimo», confiesa. Así que Manuel Leguineche Manu se embarcó a bordo del Esenim para recorrer el curso del Volga, el río más largo de Europa que ha visto nacer y desaparecer civilizaciones legendarias. Y el resultado es un libro al más puro estilo Leguineche: ambigüedad formal con un poco de reportaje, otro de reflexión política y mucho de diario de atento viajero con una memoria prodigiosa. «No soy un rusólogo», adelanta el autor frente a especialistas dispuestos con el lápiz rojo. «Me interesan más las personas que las ruinas, y escribí este libro porque conocí a tres que me estimularon». En su paseo fluvial, el autor coincidió con dos señoras -«con una hubo flechazo», dice burlón- y un profesor, que se convirtieron en compañeros inseparables del periplo y en protagonistas de Madre Volga. Al son de la balalaica, Leguineche hace un recorrido por la historia de Rusia, desde los tártaros, pasando por los zares, la Segunda Guerra Mundial o la Perestroika, que llega hasta la actualidad, cuando «Rusia no está en el guión de Europa y a Putin, que es un espía venido a más, le ha dado por la nostalgia de recobrar el estatus de potencia respetable». Tampoco escapa de su ojo de reportero el desastre ecológico en el que se encuentra el río. «Está hecho unos zorros. Casi no hay pescadores y los vertidos lo han puesto del color del chocolate». Ni su fascinación por la gran literatura rusa: «Fueron mis primeras lecturas», dice sentimental.