La policía podría tener la primera prueba contra el arrestado, un casquillo percutido hallado en su propia casa Fue investigado como sospechoso y descartado por uno de los testigos.
05 jul 2003 . Actualizado a las 07:00 h.n Alfredo Galán Sotillo, el ex militar que se autoinculpa de los seis asesinatos de la baraja, planeó los homicidios como una «cacería» para demostrarse a sí mismo y a «todos» de que era «capaz de cualquier cosa», incluso de matar «fácilmente». Así lo declaró ayer ante la policía y, por primera vez ayer, ante un secretario judicial. Mientras, los funcionarios del caso apuran sus investigaciones para acusar de manera formal al joven, puesto que su confesión no es prueba de cargo para retenerlo más de 72 horas. Los efectivos de la Brigada de Homicidios de Madrid intentarán a contrarreloj atar hoy cabos, cuando expire el plazo de detención policial, poder aportar al titular del Juzgado de Instrucción número 10 de Madrid el mayor número de pruebas para acusar formalmente al joven de seis homicidios consumados, dos tentativas de homicidio con resultado de lesiones y otros dos asesinatos fallidos. Ayer Galán confesó que la primera víctima iba a ser una cartera de Correos del distrito de Chamberí a la que persiguió por las calles del barrio el 24 de enero para asesinarla. Sin embargo, la funcionaria desapareció al entrar en el portal del número 89 de la calle Alonso Cano. Ante la «contrariedad», el joven decidió disparar en la cabeza al portero de la finca. Juan Francisco Ledesma falleció al instante. Cuando los policías le preguntaron por los motivos que le llevaron a querer acabar con la vida de la cartera, Galán se limitó a señalar que «ninguno en especial». Primera prueba de cargo A la espera de conocer el resultado de la rueda de reconocimiento en la que la policía confía que dos de sus víctimas le reconozcan, los expertos de balística podrían tener en su poder la primera prueba de cargo contra el sospechoso: un casquillo percutido encontrado en la vivienda familiar de la calle Encomienda número 6 de Puertollano. Los técnicos deberán determinar ahora si las muescas corresponden a la misma pistola con la que se cometieron los crímenes investigados. Ese arma sigue sin ser encontrada en el vertedero de Puertollano. El ex militar, ahora vigilante jurado, aseguró que compró la pistola por unos 400 euros en el mercado negro de Mostar durante su estancia en Bosnia como voluntario del Ejército y que introdujo el arma en España dentro de un televisor. Fuentes del caso desvelaron ayer que el joven de Ciudad Real fue uno de los centenares de personas investigadas en un principio por su posible relación con los crímenes. Galán, que sólo tiene un antecedente policial (una infracción por conducir borracho el 7 de noviembre de 2001), daba el perfil que desde un principio buscaron los expertos: un ex militar entre 25 y 35 años que hubiera viajado a los países del este de Europa, residente en Madrid o sus provincias limítrofes y muy conocedor del manejo de las armas, pero fue descartado tras no ser reconocido por un testigo. La familia del sospechoso sigue desde la incredulidad y la vergüenza la confesión. El padre del supuesto asesino de la Baraja ya ha abandonado el hospital, donde fue ingresado tener un amago de infarto, pero dos hermanos sufrieron un shock nervioso.