Imaz intentará recuperar la cohesión interna del PNV y abrir cauces de diálogo con los socialistas vascos El presidente electo invita a Egibar y su entorno a trabajar «codo con codo»
19 dic 2003 . Actualizado a las 06:00 h.El plan Ibarretxe será el eje de la política que Josu Jon Imaz ejecutará cuando acceda a la presidencia del PNV tras la asamblea general, los días 17 y 18 de enero. El sucesor de Arzalluz tardó apenas unas horas, desde que las urnas confirmaron su triunfo, en cerrar filas en torno al proyecto y se comprometió a «sacar adelante» la reforma del Estatuto que busca un nuevo pacto con España. En una comparecencia en Vitoria, Imaz intentó cerrar las heridas abiertas en el complicado proceso interno de relevo y tendió la mano a su rival, Joseba Egibar, con quien dijo contar «de manera clara» para dirigir la nave en un momento clave de la historia del partido, aunque no aclaró el papel que podría desempeñar el aún portavoz de la ejecutiva. Sus primeros mensajes le valieron buenos deseos de las fuerzas políticas vascas, salvo el PP, que le negó el beneficio de la duda. Fatigado tras dos meses intensos de campaña que compatibilizó con sus responsabilidades en el Ejecutivo vasco, pero satisfecho, Imaz no esperó a su nombramiento para disipar dudas sobre su identificación con el plan Ibarretxe como programa-guía del nacionalismo. Es más, apuntó que el PNV tiene ante sí «un reto político importante», el de «sacar adelante» el nuevo estatuto. Así, apeló a la unidad y animó a las bases a superar las diferencias surgidas en el proceso de renovación para «trabajar codo con codo». «En esto estamos todos unidos, Joseba Egibar, Josu Jon Imaz y todos los militantes», apuntó el inminente presidente del Euskadi Buru Batzar. Consciente de que la división interna es el gran enemigo para la apuesta soberanista, Imaz se dirigió a su rival y expresó su «absoluta voluntad» de «integrar y aglutinar a todas las personas, a todas las sensibilidades y a todos los territorios en un proyecto político común». A pesar de que Arzalluz apostó por Egibar, Imaz tuvo palabras de agradecimiento hacia quien calificó de «maestro» y subrayó que su nombre quedará escrito con «letras de oro» en la historia del PNV. Una vez se haga con las riendas y lograda la ansiada cohesión, Imaz deberá enfrentar dos retos. Por un lado, demostrar con hechos que el plan Ibarretxe respeta la pluralidad de la sociedad vasca e integrar a la mitad de los ciudadanos no nacionalistas que se consideran excluidos y amenazados. Para ello, iniciará una ronda de discretos contactos con el resto de formaciones, en especial con PP y PSE, a las que debe convencer de la bondad del plan. Sólo así podrá romper el aislamiento en que se halla el tripartito vasco, en situación de mayoría minoritaria. El segundo reto es vencer los recelos que su figura provoca en la izquierda radical, acostumbrada a tratar de tú a tú con Egibar. La oferta de colaboración formulada buscaría mantenerle como interlocutor privilegiado con el MLNV con la misión de trabajar para que los aberzales se desmarquen de la violencia, requisito impuesto por el PNV y el lendakari para avanzar hacia la comunión nacionalista. Imaz contará con el apoyo de la militancia; más del 80% le votó -se impuso en Vizcaya, País Vasco francés y Navarra-. Egibar fue respaldado mayoritariamente en Guipúzcoa y Álava, territorios que aglutinan a sólo 6.000 de los 31.000 afiliados.