Los profanadores del cuerpo del geo muerto en Leganés imitaron a los chechenos

Melchor Sáiz-Pardo MADRID

ESPAÑA

SERGIO BARRENECHEA

03 abr 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

La profanación de la tumba de Francisco Javier Torronteras, el geo muerto en la explosión de Leganés, no fue un rito satánico ni obra de desequilibrados, ni mucho menos parte de un macabro juego de rol. Fue una venganza que siguió un patrón perfectamente marcado: las instrucciones para profanar los cuerpos de los enemigos encontradas en un video que estaba en el disco duro del ordenador descubierto en la casa en la se suicidaron siete de los terroristas del 11-M. Este hallazgo, aseguran fuentes de la investigación, afianza aún más la hipótesis de que las al menos dos personas que la madrugada del 19 de abril del 2004 sacaron el cuerpo del policía del ataúd, lo descuartizaron con un pico y una pala y lo quemaron eran «muy cercanas» a los autores materiales de la masacre y, probablemente, incluso tuvieron acceso a ese ordenador, supuestamente perteneciente al jefe de la célula, Serhane Ben Fakhet, El tunecino . Las imágenes en las que se inspiraron los profanadores están tomadas en la segunda guerra de Chechenia. Los fotogramas muestran, como si de un documental se tratara y con todo lujo de detalles, cómo los muyahidines desentierran los cuerpos de los soldados rusos enemigos muertos. Los chechenos sacan de sus ataúdes los cadáveres, los descuartizan con herramientas similares a las usadas con el geo y, tras quemarlos, los depositan al sol sobre unas rocas para que se pudran. Los investigadores españoles creen que estas imágenes, así como un manual de introducción a la cultura militar y otro archivo yihadista denominado Preparativos para la lucha , fueron descargadas por los terroristas de un chat integrista de una página web ligada a Al Zarqawi, el lugarteniente de Bin Laden en Irak. Probablemente ese es también el origen de otras crudas imágenes halladas en ese ordenador, entre ellas las grabadas tras la muerte de los siete agentes del CNI en Bagdad en noviembre del 2003, cuyos restos fueron pateados por la turba, y otros fotogramas de ataques a soldados norteamericanos en Irak. Los investigadores creen que allegados a dos de los suicidas fueron los que profanaron el cadáver como venganza por el hecho de que los restos de los terroristas no pudieran ser enterrados hasta meses después de la explosión del 3 de abril. Los especialistas de la Policía en grupos islamistas recuerdan que en el mundo yihadista radical la quema de cadáveres de «paganos» (no musulmanes) es una práctica de «castigo añadido» a aquellos que hayan causado «dolor» a los «creyentes». La incineración está proscrita para los musulmanes, pues impide llegar al Paraíso, pero los integristas más violentos hacen una particular interpretación de una sura (cada una de las lecciones o capítulos en que se divide el Corán) que hace mención a esta práctica. Se trata de la sura 85, denominada de Las Constelaciones Zodiacales, que en su apartado diez reza literalmente: «Sin duda que los que provoquen a los creyentes y a las creyentes y nunca se arrepientan, ¡tendrán por castigo el Ardentísimo, y tendrán la condena de la incineración!».