El empresario zaragozano cumplió ayer diez años en paradero desconocido. Su mujer cobra pensión de viudedad a la espera de pistas del desenlace de un turbio secuestro
27 jun 2005 . Actualizado a las 07:00 h.EL EMPRESARIO Y SU SECUESTRADOR. El último en ver con vida a Publio Cordón (izquierda) fue el grapo Fernando Silva Sande (derecha), que próximamente será extraditado desde Francia ?l 27 de junio de 1995, un comando del Grupo Revolucionario Antifascista Primero de Octubre (Grapo) interrumpió la sesión de footing de Publio Cordón. Ayer se cumplió un año del secuestro del empresario zaragozano, uno de los crímenes envueltos en mayor misterio de los perpetrados en España. Hace una década que no hay noticias del paradero de Cordón, al que sus secuestradores -ya capturados y condenados- aseguraron en repetidas ocasiones haber dejado en libertad tras recibir un rescate. En febrero de este año, el Tribunal Supremo concedió a su viuda, Pilar Muro, la pensión de viudedad en una decisión que deja clara las dificultades encontradas por la Justicia y la policía para establecer el paradero del empresario, dueño del grupo Previasa. Su familia asegura no saber nada de él desde que salió a correr por la zona residencial del barrio de Casablanca, en los alrededores de su vivienda en Zaragoza. Dos días después de aquella mañana de 1995, un portavoz que dijo hablar en nombre del Grapo -grupo que ya había amenazado a Cordón en 1980 y 1992- hizo una llamada exigiendo un rescate de 500 millones de pesetas, que finalmente quedó fijado en 400. Según la sentencia de la Audiencia Nacional, una hija del cautivo hizo efectivo el pago de la cantidad pactada el 9 de agosto de ese año en París. Desde ese punto, todo se torna muy turbio. El 17 de agosto, una llamada anónima aseguraba que el empresario había sido liberado en Barcelona. Sin embargo, la familia continuó sin tener noticias suyas. Tampoco después del 12 de septiembre, cuando un nuevo aviso -esta vez recibido en El Heraldo de Aragón - señalaba que la puesta en libertad llegaría antes de las 72 horas siguientes. Un negocio en riesgo Mientras se mantenía la incertidumbre, el principal negocio de Cordón hacía aguas. Previasa ocupaba una y otra vez los puestos altos en el escalafón de riesgos y los intentos de venta de la compañía (operación que el empresario había dejado preparada) fracasaban. La crisis concluyó en 1998, con la adquisición de las acciones de la familia Cordón por el grupo alemán DKV por 16.000 millones de pesetas. La maniobra fue posible gracias a un poder otorgado por Publio a su mujer en agosto de 1992. Porque mientras la venta se desarrollaba, seguían sin llegar noticias del paradero del secuestrado. Y eso, pese a los esfuerzos policiales y a la detención de sus captores, en noviembre de 1995, dentro de una operación a gran escala que se saldó con el arresto de quince presuntos integrantes del Grapo. Tres años después de esa macroredada, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional condenó a Enrique Cuadra Echeandía, Concepción González Rodríguez y José Ortín, detenido posteriormente en Valencia, a 86 años de prisión y a pagar los 400 millones de pesetas que la familia de Cordón les había entregado para liberar a Publio. La sentencia explica que estos tres fueron los autores materiales del secuestro y que Fernando Silva Sande, detenido en París el 9 de noviembre del 2000, fue quien custodió al empresario. Francia acaba de autorizar su entrega a España junto con la de Isabel Llaquet, miembro también de la cúpula de esta organización terrorista. Sin embargo, ninguno de los secuestradores ha conseguido facilitar datos que permitan localizar al empresario. El ministro del Interior, José Antonio Alonso, aseguró recientemente que las fuerzas de seguridad del Estado «siguen con sus líneas de investigación abiertos y con absoluta atención». Mientras la declarada viuda de Publio Cordón asegura que todavía es incapaz de dormir por las noches. «Es una angustia que no se puede describir, pensar que si lo que hicieron fue dejarle abandonado, si sufrió. Pienso en el miedo, en la angustia que pudo pasar. Si hubiera sido secuestrado por ETA en lugar de por los Grapo, aunque es terrible decirlo, hubiera corrido mejor suerte, nos hubieran hecho más caso», lamenta Pilar Muro.