Conozco a Alicia de toda la vida, o tal me parece, desde su época de «sombrerófaga», y además la veo con frecuencia, sobre todo cuando pasa ante mí, esbelta y grácil, toda una señorita «bien», ante el bar y restaurante Valle Hermoso, en General Perón, donde yo ejerzo de «solanáceo», es decir, tomo el sol en invierno apenas asoma un rayo potable y tengo un rato disponible. Somos vecinos. Va siempre sola, y nunca fisgué en los entresijos de su estado civil, de modo que ahora lo primero que pregunto es «¿señora o señorita?», y ella contesta muy digna, «viuda y sin hijos». Yo voy y digo, «de todos modos, por lo que se refiere a tu currículo, podría afirmarse que eres multípara». Ella se pone muy contenta y responde, «eso, eso, multípara». - Alicia, recuerdo muy bien la época de tus sombreros comestibles y aquellas postales tuyas que los promovían, ¿fue ésa tu primera «interpretación de la realidad en forma comestible», como tú dices? -(Ríe con ganas) No, qué va, yo llevo cavilando sobre esto desde que acabé mis estudios de Filosofía y Psicología. Dada mi formación científica y académica sentí la necesidad de unir el olfato al gusto, a la vista, a todos los sentidos, y debió ser por el año 1970 cuando nos comimos a Paco, mi difunto marido, y a Alicia, o sea yo (ríe de nuevo). El era el plato salado y yo, el dulce. - Alicia, ¿tu cocinas bien? Porque no he probado jamás ni siquiera un sombrero tuyo . -¡Claro que cocino bien! Lo que pasa es que actualmente mi especialidad es ya muy conocida, mucha gente me reclama y patrocina, y, bueno, tengo ayuda. No te imaginas lo buena que estaba la isla de Gran Canaria, que nos comimos recientemente, un proyecto desarrollado con la colaboración del Catering Venyera 31, la Escuela de Cocina Hecansa y el gran cocinero Juan José Arbona, todos ellos canarios: desde 1982 participé también en el Simposio de Cocina de Oxford, adonde acudo en calidad de «psicóloga del gusto». Les deslumbré con mi Deconstrucción organoléptica en tres movimientos, y desde entonces no dejan de convocarme. Ahora estoy asociada con mi sobrina Bárbara Ortiz, que es arquitecta, y a la «urbanofagia» hemos añadido la «logotipofagia». Por cierto que en el año 2000, y en la Universidad Williams de Massachussets, presentamos nuestra Biblioteca Bomestible. La invitación preguntaba «¿se ha comido usted algún libro últimamente?». Ahora nos vamos a comer Bergen... - No tengo más remedio que cortar aquí: el tiempo se acaba, y además estoy un poco ahíto. Inf. 915 555 638 .