
Entrevista | Hortensia Díaz Blanco Aunque lleva pocos meses como máxima responsable, esta maestra lucense ha participado en los pormenores de la institución desde su nacimiento en 1997
12 jul 2006 . Actualizado a las 07:00 h.?a tierra añorada se siente un poco más cercana, cuando uno se encuentra entre los suyos y recuerda la lengua, las costumbres, tradiciones y fiestas que antaño vivió allí. Éste es el germen del que surgió el Centro Gallego de Móstoles. Lo que empezó en 1997 como la reunión de un grupo de coterráneos, se ha convertido en escaparate en la Comunidad de Madrid de la esencia de aquella región que todos tienen grabada en la memoria. Tras muchos años vinculada a la asociación por distintas labores, la lucense Hortensia Díaz Blanco ocupa la presidencia desde el pasado mes de febrero, en sustitución de Marisol Fernández. - Además de su trabajo en el centro, es maestra. -Ahora estoy jubilada, pero sigo dando clases de alfabetización de forma voluntaria en un centro de mayores. Nací en una pequeña aldea perteneciente a Mosteiro y estudié Magisterio en Lugo, donde también lo ejercí durante un tiempo. Al trasladarme a Madrid, trabajé en distintos lugares de la Comunidad, hasta establecerme en Móstoles. - ¿Cuándo llego? -Llevo desde 1967, fecha en la que vine a estudiar Filosofía. En esa época conocí a mi marido, que era madrileño, por lo que me terminé quedando. Nos instalamos primero en San Sebastián de los Reyes, donde pasamos siete años. Es curioso, soy la mayor de cuatro hermanos y la única que vive fuera de Galicia. - ¿Le costó adaptarse al ritmo de vida? -Bueno. En el verano lo llevo mal porque no soporto el calor, pero en lo demás no tengo problema. Debido a mi vida profesional, he pasado por todo tipo de situaciones complicadas. Con diecinueve años estuve trabajando en Piedrafita, en plena la montaña, y viví sin agua corriente y luz. Por esa razón, la vida de Madrid me supuso muchas comunidades. - ¿Cómo lleva la separación de su tierra natal? -La añoro siempre e intento volver en cuanto puedo. Pero el tener este refugio me sirve para realizarme más como gallega. -¿ Cómo entró en contacto con este proyecto? -Por amistad con algunas de las personas que lo integraron desde el principio. Se inauguró en el 97, entonces no teníamos local, así que andábamos mendigando un sitio. Nos reuníamos en un bar llamado la Góndola Gallega, cuyo dueño formaba parte de la junta directiva. Posteriormente, conseguimos el actual local, ubicado en la calle Cervantes número 7, que estamos pagando con una hipoteca. Es una aventura, ya que también hay que sumarle los gastos de las actividades que realizamos. Contamos con muy poco apoyo, a diferencia de otras asociaciones, que tienen ayuda de los ayuntamientos. - ¿Cuántos socios hay en la actualidad? -Alrededor de 130. Al principio hubo más, como ocurre en todas las iniciativas. Sin embargo, nos mantenemos y eso es algo muy importante.