Rajoy, en Moncloa por Navidad

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

23 dic 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

Como en el entrañable anuncio de los turrones, el líder de la oposición ha vuelto a la Moncloa por Navidad después de casi un año de ausencia. Cierto que el presidente Zapatero y Mariano Rajoy fueron poco más allá de felicitarse las fiestas -y para nada cantaron villancicos políticos- pero por lo menos se vieron en tan señaladas fechas. Independientemente de los resultados, la reunión algún sosiego ha aportado a una ciudadanía preocupada por el hecho de que no se hablen, salvo por la prensa o desde la tribuna del Congreso. Tuvo que morir Loyola de Palacio para que cruzaran cinco minutos de conversación. Por tanto, mejor así, reunión en la Moncloa, aunque no haya acuerdo. Eso lo puede comprender la gente. Al fin y al cabo, si las familias contaran lo suyo, detrás del tradicional encuentro navideño hay mucho desacuerdo aparcado. Lo malo de este caso es que ni hay acuerdo, ni se divisa. «La ventaja de la intentona anterior por acabar con ETA -se lamenta Carlos Garaikoetxea a La Voz- es que entonces negociaba Aznar y el PSOE lo apoyaba. Ahora, en cambio, el PP es un obstáculo para el avance y quizá en el futuro deberán responder por ello». El ex lendakari es rotundo al defender el diálogo en dos mesas separadas, una con ETA y otra con el entorno batasuno que tenga contenido político: «Con ETA no hay que hablar de política, sino de logística; acabó su ciclo y sólo hay que negociar sobre el cese de actividad, la entrega de armas y sus presos, pero no de política». Es interesante escuchar a este dirigente histórico porque ya propuso las dos mesas hace 23 años y porque defiende en el mundo radical la idea del «soberanismo pacífico». Es decir, el que quiera que proponga la independencia en el debate político, pero sin bombas y sin quemar autobuses. Otro que también defiende el soberanismo político, el ex batasuno Patxi Zabaleta , actual presidente de Aralar, es, si cabe, más rotundo: «No es el Estado español, sino sobre todo nosotros, los demócratas independentistas, los que no aceptaríamos nunca que Madrid hablara de política con ETA. Con ETA sólo cabe una discusión técnica, o logística si se quiere, sobre cómo acabar definitivamente su andadura de casi cincuenta años. Pero la política debe estar en otra mesa con los que van a elecciones». Planteamiento del PP El planteamiento del Partido Popular sería más bien lo contrario, no se sabe exactamente por qué, salvo que se conceda la razón a Zabaleta: «La historia demuestra en Irlanda, y en tantos otros sitios en los que se ha dialogado con organizaciones armadas, que las posibilidades de éxito son mayores cuando es un primer ministro conservador el que inicia las conversaciones, aunque luego las concluya un socialista». Si su predicción se cumpliera a rajatabla, para avanzar hacia el fin de ETA habría que esperar a que Zapatero volviera a la oposición para que de nuevo el PP desde el Gobierno dijera aquellas cosas que dijo e hizo -acercamiento de presos, por ejemplo- y que ahora recuerda el famoso vídeo elaborado por el PSOE. Según José Blanco , el vídeo ya ha tenido un millón de descargas en Internet, una cuarta parte en el propio canal del PSOE y el resto en distintas webs a los que se lo han cedido. «El vídeo está produciendo un efecto político muy importante sobre la fragilidad de las memorias -comenta Blanco- y no hemos incluido todas las declaraciones que teníamos». Pero mientras eso sucede en la refriega política diaria, ya hubo un contacto con ETA en los últimos días. Como el ministro Pérez Rubalcaba cuando se le pregunta dice poco o nada, como es su obligación, La Voz le lanzó el jueves por la tarde un sondeo de esta guisa: «Ministro, su semblante parece menos serio y entristecido que hace un par de semanas». Tampoco cabía esperar grandes manifestaciones: «No. Igual. Yo creo que todo está igual». Pero, quien lo ve a menudo percibe que no exactamente igual. Entre tanto, en el interior del PP se tiene la convicción de que Zapatero está en su peor momento y que no se descarta un adelanto de elecciones, teoría que Zaplana mantiene desde el principio de la legislatura. Confía un dirigente consultado «más en la acumulación de errores del presidente que en uno solo y clamoroso». Cuando se le pide aclaración, detalla: «Lo de ETA, lo de la memoria histórica, lo del Estatuto catalán, lo del matrimonio de homosexuales...». El Partido Popular cree que si se le estropea la economía, Zapatero entrega el Gobierno en breve. El jefe del Ejecutivo contraataca anunciando que en tres años España seguirá creciendo a más del 3% anual. Su talón de Aquiles sigue estando en la participación electoral: si moviliza, aguanta; si no, se cae. Aznar mientras ha aparecido, sin su habitual dureza, en el programa de Ana Rosa Quintana . Ha dado más que hablar su aspecto -«Lleva el pelo largo de cuatro meses y esa bufanda tan moderna...» comenta el presidente de un importante gabinete de comunicación- y los comentarios simpáticos sobre lo bien que lo haría Ana Botella como presidenta del Gobierno. A Rajoy le concedió aquello de que «lo está haciendo muy bien y es un buen chico». Su nombre ha sido situado desde hace dos mese en los rumores bursátiles sobre un eventual desembarco de Rupert Murdoch en Antena 3 Televisión. Pero Lara, presidente de la cadena y de Planeta, parece fortificado.