La polémica por la vuelta a la política de José Bono afectó ayer de lleno al presidente del Congreso, Manuel Marín, que previsiblemente cedería el puesto al ex ministro de Defensa si el PSOE gana las elecciones. Marín fue asediado ayer a preguntas en el Congreso pero, fiel a su economía declarativa, aseguró que no va a «competir» por ningún puesto cuando acabe la legislatura, y añadió que con ésta ya ha tenido «bastante». «Yo ya estoy para que me quieran, y no estoy para peleas ni para competir por puestos», insistió Marín, que aclaró que es al final de la legislatura cuando «toca» hablar de esto. «Esta es una cuestión que se tiene que resolver entre Pepe [Bono], al cual aprecio mucho, y el presidente Zapatero, al cual aprecio mucho también. Es un problema de los dos, no es mío», zanjó, aunque apuntó la posibilidad de que sea él quien se busque tras el 2008 una «salida personal» menos complicada que la actual. Lo cierto es que la vuelta de Bono a la primera línea política puede no haber sido una idea de Zapatero. Personas cercanas al presidente aseguran que fue Bono quien lo llamó para recordarle un ofrecimiento anterior de presidir el Congreso y preguntarle si la oferta seguía en pie, ante lo que Zapatero se limitó a decir que siempre mantiene su palabra. Y aseguran también que fue el entorno de Bono, y no el de Zapatero, el que filtró la noticia de su vuelta.?Pese a todo, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, calificó ayer de «magnífica noticia» la vuelta de Bono porque, según dijo, es un activo del PSOE. Menos entusiasta sobre el ofrecimiento a Bono de la presidencia del Congreso fue el portavoz del PP, Eduardo Zaplana, que afirmó que «estas cosas son un poco chabacanas. Son más propias de Chávez, de Venezuela, de Cuba. De todos esos países con los que tan bien se lleva Zapatero».