La batalla pública en el PNV viene de lejos. El origen se encuentra en la sucesión de Xabier Arzalluz como presidente del partido en el 2004. El histórico dirigente del PNV había apostado por Joseba Egibar, partidario del soberanismo y de un acercamiento a la izquierda aberzale, como su sucesor. Pero la inesperada victoria de Josu Jon Imaz, más pragmático, moderado y partidario del acuerdo con el Gobierno central, provocó una fractura interna que todavía no ha sido superada. Los estatutos del PNV impiden que el presidente del partido sea a la vez lendakari, lo que limita el liderazgo interno de Ibarretxe, más cercano a las tesis de Egibar, lo que beneficiaba a Imaz. Más allá de las evidentes discrepancias personales, el telón de fondo de la actual crisis está en el largo y complicado período asambleario del PNV, que finalizará a principios del 2008, para elegir al presidente del Euskadi Buru Batzar (EBB), cargo en el que todo el mundo esperaba que Imaz fuera reelegido (hasta que anunció su abandono), y también en la elección del próximo candidato a lendakari. Antes del abandono de Imaz, Egibar parecía debilitado para presentarse debilitado a esas citas, y más después de que su candidato a diputado general de Guipúzcoa y eventualmente al EBB, Jon Jáuregui, tuviera que renunciar al descubrirse sus presuntos fraudes fiscales. Una noticia aparentemente filtrada por el entorno de Imaz. Como venganza, Egibar vetó luego la candidatura a diputado general de Joxe Joan González de Txabarri, próximo al actual presidente del PNV. La elección del presidente del EBB influirá en la candidatura a lendakari, que no se decidirá hasta el 2009. Imaz tenía su candidato para sustituir a Ibarretxe: el portavoz del PNV en el Congreso, Josu Erkoreka, un valor en alza dentro y fuera del partido. El próximo presidente del PNV hará valer su opinión. De ahí, la virulencia de la batalla actual y el empeño de Ibarretxe en hacer la consulta a toda costa antes de ser sustituido en el cargo.