El coche bomba desactivado esta mañana por la Policía estaba cargado con 80 kilos de explosivos y no estalló porque falló el mecanismo de ignición.
10 sep 2007 . Actualizado a las 20:45 h.El comando de ETA que el pasado 24 de agosto atentó contra la casa cuartel de Durango no tuvo tanta fortuna la noche del domingo en La Rioja. Un fallo en el mecanismo de activación del coche-bomba cargado con 61 kilos de explosivos impidió que los terroristas volaran la Delegación del Ministerio de Defensa en Logroño. Los equipos de desactivación trabajaron durante toda la madrugada para neutralizar la bomba, que los etarras habían anclado al vehículo y regado con gasolina para borrar huellas.
Los servicios de Información de la Policía y la Guardia Civil no tienen dudas: los terroristas del reconstituido 'comando Vizcaya', el único indemne tras los últimos golpes a ETA en Francia y en España, pretendían en Logroño reeditar el ataque al cuartel del instituto armado en Durango, el único atentado de ETA que no ha resultado fallido desde la ruptura formal del alto el fuego el pasado junio.
Idéntico artefacto, parecida carga explosiva, el mismo sistema de iniciación, similar colocación del coche-bomba, los mismos errores en la detonación y una sola variante: el aviso previo.
Según el secretario de Estado para la Seguridad, Antonio Camacho, a las 23:10 horas de la noche del domingo un varón, que se identificó como miembro de ETA y habló en castellano, telefoneó a la delegación del diario Gara en San Sebastián para comunicar que veinte minutos después un coche-bomba iba a estallar junto a la sede de Defensa en la capital riojana, en la calle Antonio Sagastuy. El terrorista no especificó ni el modelo ni el color del vehículo. Los responsables del periódico avisaron a la Ertzaintza que, a su vez, alertó al Ministerio del Interior.
Efectivos del Cuerpo Nacional de Policía, ayudados por policías municipales, cercaron de inmediato la zona bajo amenaza, justo en el centro de Logroño. No hubo que desalojar la delegación, ya que durante la noche no hay nadie en el edificio y tampoco dispone de servicio de vigilancia fuera del horario de oficina.
Minutos después, los perros detectaron olor a explosivo procedente del interior de un Ford Fiesta de color verde, con placas de matrícula 7054-CDP, aparcado justo enfrente a la puerta principal del edificio ministerial. A las 23.34 horas los agentes pudieron oír una «pequeñísima detonación» procedente del vehículo, una explosión que apenas sí provocó alguna grieta en los cristales del Fiesta.
La extraña detonación inquietó aún más a los agentes, que enseguida comprobaron que las matrículas del vehículo eran falsas y correspondían a un turismo idéntico matriculado en Fuengirola (Málaga) y que seguía en poder de su propietario.
Los técnicos comenzaron entonces a barajar dos hipótesis: o se trataba de una bomba-trampa de ETA para cazar policías o había fallado el mecanismo de iniciación del artefacto. En cualquier caso, ya de madrugada, la Secretaría de Estado de Seguridad había descartado la posibilidad de que ETA se hubiera tomado la molestia de robar un coche, cambiar las matrículas y asumir el riesgo de colocar el turismo frente a un edificio oficial sólo para hacer estallar un artefacto «menor que un petardo de feria».
A mano
Pasada la medianoche, y antes de que llegaran refuerzos del País Vasco y Navarra para tratar de neutralizar el explosivo ayudados de robots, los agentes presentes en la zona comenzaron a trabajar para determinar a qué amenaza se enfrentaban. A mano, hicieron saltar las cerraduras y accedieron al maletero desmontando los asientos traseros.
Allí pudieron comprobar que el artefacto no era una trampa ni un grozni, una bomba estanca prácticamente indesactivable que ETA utilizó en la T-4 o en Castellón. Estaba compuesto por dos ollas industriales rellenas de bolsas de plástico azules con 61 kilos de amonal y una garrafa de cinco litros con combustible (gasolina) para garantizar que el vehículo se calcinaba tras la explosión y así borrar las huellas. También en el atentado de Durango los técnicos encontraron trazas de combustible entre los restos.
Desde los asientos posteriores, los tedax confirmaron su sospecha: lo único que había estallado era el detonador del artefacto, que, por un fallo de los terroristas, no había iniciado el cordón detonante que debía hacer explosionar el amonal. El mismo error que, al parecer, pudo obligar a los terroristas de Durango a regresar al coche-bomba para activarlo de nuevo.
Desde un principio los artificieros fueron conscientes de que la neutralización del artefacto iba a ser muy complicada porque las ollas estaban ancladas al chasis del turismo y había poco margen de maniobra para los robots, ya que -al igual que en el atetnato contra la casa cuartel de Durango- los etarras habían aparcado el vehículo con la parte trasera mirando hacia el edificio, para dirigir contra el inmueble la onda expansiva.
Aún así, los técnicos llegados desde Bilbao y Navarra lograron hacer sitio a los ingenios mecánicos. Los robot explosionaron el bombín del portón trasero y accedieron a las dos ollas y al mecanismo de iniciación, que quedó definitivamente neutralizado a las 6:30 horas de la madrugadas. Cuarenta y cinco minutos después, las fuerzas de Seguridad levantaron el cordón de seguridad.