Los dos sectores enfrentados en el PNV, el moderado y el soberanista, intensificaron ayer las negociaciones para pactar un presidente y una ejecutiva de consenso que suplan la marcha voluntaria de Josu Jon Imaz y disipe, de una vez por todas, la amenaza de una escisión. Todo apunta a que Iñigo Urkullu será el elegido para liderar cuatro años clave para la centenaria formación y recuperar la cohesión perdida. Entretanto, el ex presidente, Xabier Arzalluz salió en defensa de su delfín Joseba Egibar, y el entorno de Imaz desmintió que la razón de su renuncia sea su deseo de sustituir a Juan José Ibarretxe como lendakari.
La sede central del PNV en Bilbao vivió ayer una nueva jornada de máxima actividad con contactos y reuniones casi permanentes en busca de un acuerdo que permita cerrar la crisis interna y consensuar la figura del nuevo presidente tras el abandono de Imaz.
El silencio y la discreción de los dirigentes nacionalistas contrasta con la actividad frenética que se vive en Sabin Etxea, convertida en una especie de cónclave vaticano en el que los máximos responsables del partido se han juramentado y no tienen intención de abandonar hasta que no se produzca un acuerdo.
Iñigo Urkullu, presidente en Vizcaya y la figura emergente que podría tomar las riendas del PNV, negocia con el entorno del soberanista Joseba Egibar un reparto de poder que evite una nueva contienda interna y selle las grietas que amenazan con dividir en dos el partido.
Urkullu tiene tras de sí la potente organización de Vizcaya, que agrupa a tres cuartas partes de la militancia, más las de Navarra y el País Vasco francés, y cuenta con significativos aunque minoritarios apoyos en Álava y Guipúzcoa, los feudos de Egibar. Una fuerza suficiente para ser elegido presidente. Urkullu se centra en convencer a Egibar de sus pocas posibilidades de ser elegido y del daño casi irreversible que una nueva pugna interna podría infligir al partido.
En este contexto, Egibar medita ceder ante una lista de consenso encabezada por Urkullu pero, a cambio de su sacrificio, reclama una cuota importante de poder en la futura ejecutiva.
Si el sector moderado se aviene a un reparto beneficioso para sus intereses, Egibar se retirará y dejará el camino libre para que Urkullu sea elegido presidente en la asamblea general que tendrá lugar entre el 1 y el 2 de diciembre en Bilbao.
Apoyo público
Por si la situación no fuera suficientemente complicada, el ex presidente del PNV, Xabier Arzalluz, entró de lleno en el debate. Tras confirmar que dentro del partido se negocia la presidencia y otros cargos, apostó públicamente por Egibar, su delfín durante muchos años, porque, dijo, «es el que mejor conoce el partido».
Arzalluz consideró fea para la formación nacionalista la forma en que Imaz comunicó su marcha, a través de un artículo enviado a medios de comunicación y no a la ejecutiva.
Fuentes próximas a la dirección del PNV negaron que ambos sectores acordaran la renuncia de Imaz y, sobre todo, las informaciones que vinculan a Imaz en una operación mayor, según la cual el acceso de Urkullu al liderazgo iría acompañado del relevo del lendakari Ibarretxe por el propio Imaz.