Esperanza Aguirre Gil de Biedma (Madrid, 1952) ha demostrado una notable habilidad para reinventarse a sí misma. A partir de 1996, cuando fue nombrada ministra de Educación Cultura y Deportes, la popular y sonriente Espe se hizo un personaje popular en los programas de humor, con una imagen entre naíf y entrañable. Pero desde el año 2003, cuando tras el escándalo nunca aclarado de la traición al socialista Simancas de los diputados Tamayo y Sáez, accedió a la presidencia de Madrid, Aguirre se reconvirtió en un remedo ibérico de la «dama de hierro» británica Margaret Thatcher. Una comparación que no rehúye. Pero quienes la conocen saben que esa transformación afecta más a las formas que a su ideario, que siempre fue liberal a ultranza, especialmente en lo económico. Aguirre sería partidaria de privatizarlo todo, dejando al Estado en su mínimo esqueleto.
De familia acaudalada y casada con Fernando Ramírez de Haro, conde de Murillo, el dinero no fue nunca un problema para Aguirre, por más que afirmara en un libro que tiene problemas para llegar a fin de mes. Pero su precoz vocación política, unida a un brillante currículo, le permitió ser técnico del Estado con 24 años y concejala de Madrid con 31. Fue fiel a Aznar, que la hizo ministra y presidenta del Senado, pero desde la llegada de Rajoy tuvo claro que quería ser presidenta del Gobierno. Y a ello se puso. Pese a su eterna sonrisa, sus colaboradores reconocen que se vuelve colérica cuando las cosas no salen como desea. Con ese carácter, y una ambición sin límite, ha conseguido por ahora derribar todos los obstáculos en su carrera hacia la Moncloa. Primero desguazó a todo un peso pesado como Gallardón, que calculó mal su reto, disputó el liderazgo del PP de Madrid a Aguirre y salió trasquilado. Ahora, la «lideresa», como ella se denomina, no quiere cometer el mismo error. Solo se presentará en el congreso de junio si sabe que puede ganar. Pero de momento enseña las uñas para hacerse con cuotas de poder en el partido a la espera de una derrota de Rajoy en 2012. Eso, si no cae ya en el congreso del PP del 2011.