Una combinación de intereses políticos y económicos parece estar detrás de una turbia trama en la que Esperanza Aguirre aparece como la gran perjudicada
25 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Como si no fuera dura la situación, negras las perspectivas y cruenta la guerra por el poder, ahora toca una película de espías. El entorno de Esperanza Aguirre insiste en que todo es una invención periodística, pero hay un fiscal y un partido tan serio como el PP investigando y unas fotografías demoledoras sobre el viaje a Colombia del vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González. Sin medios sofisticados de espionaje, bastante dinero y suficiente información interna sobre los movimientos previstos, la tarea de seguimiento hubiera fracasado, sugiere un ex jefe de la Policía consultado. No es asunto cualquiera.
Mariano Rajoy, poco amigo de mojarse si no es imprescindible, ha advertido ya de que actuará implacablemente si hay pruebas de que todo es cierto. Y las pruebas, o la información disponible, fueron exigidas por el juez al periodista de El País, que anuncia ya que hay más personalidades espiadas por la supuesta trama.
En este Madrid estremecido, como toda España, por los datos del paro y el anuncio de lo que viene, se superponen varias batallas políticas de fondo. La primera, el intento de descabalgar a Mariano Rajoy de la presidencia, o al menos de la candidatura del PP, tarea constante de algunos medios; la segunda, la guerra sin cuartel entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón por quedar como opción de recambio en el cartel; la tercera, conectada con la anterior, la pelea por controlar Caja Madrid, la cuarta entidad financiera de España.
Eso ya se intuía hace unos días. Ahora se agrava todo porque los datos conocidos sobre este escándalo causan estupor, aunque no menos que los burdos intentos de explicar los hechos. Según Francisco Granados, consejero de Interior de la comunidad y secretario del PP madrileño, todo es un intento para desviar la atención sobre la grave situación económica. Olvidó una contestación: ¿espiaron, y además con dinero público, o no espiaron?
Como no caló el intento de despiste, se sugirió que los autores podrían ser policías y hasta miembros de los servicios secretos españoles, el CNI. Pero ahí estaba el ministro Rubalcaba para despejar el balón: «¿Se refiere usted a Mortadelo y Filemón, agentes de la T.I.A? Ahora en serio: tengo la seguridad de que los policías españoles no espían a los ciudadanos. Es un asunto de Madrid que debe resolverse en Madrid». O sea, busquen por otro lado.
Los perjudicados
Entonces, ¿qué pasa y quién encarga todo eso? La primera perjudicada política es Esperanza Aguirre, porque el desprestigio, aunque el PSOE guarde un prudente silencio, puede cebarse en ella. Los métodos de presión sobre consejeros de Caja Madrid, la utilización del despacho de su consejero de Economía, Antonio Beteta, para convocar y presionar ofreciendo cargos y prebendas si se cambiaba de bando y otros excesos que narran, entre otros, dirigentes de Comisiones Obreras, ya habían mermado la credibilidad de Aguirre. Y ahora esto, que es un asunto feo. La presidenta parece haber convencido a María Dolores de Cospedal, encargada por Rajoy de investigar los hechos, de que nada tiene que ver con el asunto. Y lo mismo Ignacio González, su vicepresidente. A Alberto Ruiz Gallardón se le considera demasiado listo como para meterse en un asunto así. Y la dirección del PP, tampoco, porque forma parte de los damnificados, dado que el asunto es poco edificante.
El temor que comienza a tomar cuerpo en Madrid es que este turbio asunto esté conectado con el comando político-inmobiliario que cerró el paso a la presidencia de la comunidad al socialista Rafael Simancas, a base de comprar el favor del voto de dos diputados, el conocido tamayazo. Aquella operación, nunca suficientemente investigada, permitió a Esperanza Aguirre hacerse con la comunidad. Ganó las siguientes elecciones por mayoría absoluta, pero ha fracasado, hasta el momento, en su ambición por presidir el PP. Con la batalla a la desesperada y sin disimulo por Caja Madrid podría recuperar posiciones, pero con este episodio sus posibilidades merman seriamente, tenga o no tenga que ver con lo sucedido. Hay culebrón garantizado y víctimas aseguradas.
Entretanto, las perspectivas económicas se ensombrecen, aunque Zapatero aguante el tipo en primera línea, sin muestras de amedrentamiento. En el País Vasco y Galicia sube la presión electoral. Cuando se le pregunta a Leire Pajín si tiene posibilidades Patxi López, responde: «Absolutamente, más que nunca». Pero el nacionalismo vasco está tocando a rebato porque teme su desalojo del Gobierno de Vitoria. En Madrid, las visitas de los candidatos vascos y gallegos revientan los locales. Mañana, lunes, habla Núñez Feijoo en el Foro Nueva Economía y en su página se lee desde hace días: «Aforo completo». Lo mismo que el jueves para Patxi López.