«He sentido miedo y he llorado mucho», admite Antonio Basagoiti. Este bilbaíno de 39 años, que sustituyó a María San Gil como presidente del PP vasco en julio del año pasado, lleva escolta desde que Miguel Ángel Blanco fue asesinado en 1997. Pero dice convencido que «no hay que acostumbrarse, hay que llevarla para que no nos maten, pero yo todos los días, cuando me levanto por las mañanas, me rebelo porque quiero vivir como cualquier político de España». Miembro de una familia de destacados empresarios y banqueros vizcaínos, pertenece a una generación de políticos que entraron en el PP tras el asesinato de Gregorio Ordóñez en 1995. Recuerda una fotografía de 1996 tomada en Guernica, en la que aparecen los que entonces eran jóvenes concejales populares, entre ellos Basagoiti o la presidenta del Parlamento, Arantza Quiroga. También está Miguel Ángel Blanco. Ha hecho toda su carrera en la política municipal, lo que «te da mucho juego para saber dialogar, entenderte, pactar», lo que, afirma, le ha servido mucho para llegar a un acuerdo con los socialistas. Casado y con tres hijas, socio del Athletic de Bilbao, aficionado a escaparse con su moto a Galicia, la llegada de Basagoiti ha supuesto un soplo de aire fresco para el PP vasco, que ha hecho una campaña rompedora y atrevida. «Creo que nuestro partido tiene que abrirse, echarse a la calle, superar las dificultades que nos ha puesto el terrorismo, salir de la trinchera en que nos quiso situar el nacionalismo y convencer a los ciudadanos», dice. Aunque no oculta que es marianista, es respetuoso con su antecesora, María San Gil, y señala que si estuviera ella al frente del PP vasco también habría habido pacto. Admite que es una paradoja que su partido haya bajado dos escaños y, sin embargo, sea decisivo. «El resultado fue digno, porque las elecciones eran complicadísimas para nosotros, nunca habíamos tenido tantos factores en contra, el principal el tremendo voto útil que hubo al PSE», señala. Pero el éxito, añade, ha sido «haber tenido altura de miras y pactar con el PSE». También espera que lo que ha sucedido en el País Vasco se extienda al resto de España para evitar que los nacionalistas impongan sus intereses particulares.