Bruni encandila en el Congreso y hace esperar a la Reina

M.?M.

ESPAÑA

29 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Madrid se rindió a sus encantos y ella prodigó sonrisas, miraditas y palmito, agradecida y encantada de ser el centro de atención. Desde el Palacio Real a la Moncloa, pasando por el Congreso, Carla Bruni dejó tras ella una estela de admiración. Con un ajustado traje de pantalón y chaqueta negro, y una sobria camisa blanca, irrumpió ayer en el Congreso y revolucionó las bancadas de sus señorías. Nadie esperaba a Bruni en la Cámara baja, y de hecho Sarkozy llegó o pareció llegar solo en el Mercedes oficial que le puso el Gobierno -no quiso utilizar el viejo Rolls-Royce de Franco, por demasiado ostentoso para tiempos de crisis- y entró en la sede parlamentaria acompañado de Rodríguez Zapatero y de los presidentes del Congreso y del Senado. Diez minutos después, con la sesión ya comenzada, apareció ella en la tribuna de invitados y, algo abrumada, prefirió sentarse en la segunda fila, más alejada de las punzantes miradas que subían del hemiciclo. Aplaudió varias veces a su marido, cuando lo hacían los parlamentarios, y esta vez el presidente Bono no la llamó al orden ni recordó, como hace siempre que se incumple la norma, que no se puede aplaudir desde las tribunas. La sesión se prolongó y Bruni hizo esperar a la Reina, con la que había quedado en el museo Reina Sofía. La primera dama francesa estaba especialmente interesada en ver la exposición retrospectiva del escultor Julio González, que murió en 1942 en París.