Jordi Sevilla renuncia a su acta de diputado para trabajar en el sector privado

EFE

ESPAÑA

Alega motivos personales, para iniciar una nueva etapa profesional en el sector privado, en la consultora PricewaterhouseCoopers.

01 sep 2009 . Actualizado a las 15:16 h.

El ex ministro de Administraciones Públicas Jordi Sevilla ha presentado hoy su renuncia como diputado del PSOE en el Congreso por motivos personales, para iniciar una nueva etapa profesional en el sector privado. Se ha incorporado a la consultora PricewaterhouseCoopers como asesor en el sector de las Administraciones Públicas en todas las divisiones de la compañía.

Según informó hoy la consultora, el que fuera responsable de la cartera de Administraciones Públicas entre 2004 y 2007 con el PSOE, se encargará de asesorar en diversos ámbitos como la modernización de las Administraciones Públicas.

Asimismo, tratará las políticas de diversidad y conciliación, las estrategias de activación de la tercera edad y las políticas de I+D+i, entre otras.

Según explica hoy Sevilla en una entrada en su blog en internet, que titula «Punto y aparte», tras 25 años trabajando en la función pública y en la actividad política, ahora emprenderá «una nueva etapa vital».

El ex ministro asegura que se trata de una opción «estrictamente personal, largamente meditada y madurada».

Tras casi diez años en la Cámara Baja, ha optado por abandonar su acta de diputado en el Congreso, donde ha sido portavoz de Economía del PSOE en la oposición y, en el último año, presidente de esa misma Comisión.

Jordi Sevilla, quien en ocasiones se ha mostrado crítico con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, aprovecha su cuaderno personal en internet para expresar su agradecimiento a los votantes socialistas de Castellón, circunscripción por donde se presentó, y a los militantes del PSOE de toda España.

Alaba también a los diputados nacionales de todos los grupos parlamentarios que, «tomando un café, fuera de la disciplina de partido, son un fiel reflejo de esa pluralidad, esfuerzo, trabajo e inteligencia» de los españoles, «cuyo sentido común y capacidad de consenso suele ir mucho más allá de los estrechos márgenes de las estrategias electorales».

En este escrito, sostiene que deja el escaño sin renunciar a ninguna de sus «convicciones, ilusiones y compromisos», y más convencido que nunca de que «la política democrática con mayúscula, a través de la acción colectiva, puede y debe ensanchar y mejorar la frontera» de posibilidades de las vidas individuales, con especial incidencia en aquellos menos favorecidos.

A su entender, «en ello, y sólo en ello, la política como actividad se justifica plenamente y obtiene su legitimidad».

Sevilla se declara más creyente «en el proyecto social que en el poder, en las reglas conocidas que en la discrecionalidad, en los equipos que en las individualidades», y dice que le interesa el «estar, para hacer» antes que el «estar, para ser».

«Así ha sido -indica- desde que a los quince años empecé a militar contra la dictadura franquista en la clandestinidad y no veo probable que, en esto, vaya a cambiar».

Pero la acción positiva de la política, en democracia, no se agota en la actuación desde el Gobierno o el Parlamento, a su juicio, sino que la sociedad civil «está aportando mucho en este siglo de la cooperación, el voluntariado, la participación plural y las redes privadas».

De ahí que aspire a compatibilizar el paso que hoy da con su deseo de seguir estando presente en la vida pública a través de artículos, fundaciones, conferencias, clases, estudios y debates.

«Razonablemente satisfecho» de cómo «ha llevado la vida», Sevilla considera posible «hacer algo nuevo, distinto» de lo que ha hecho hasta ahora.