La movilización social generada por las causas contra el magistrado despierta a las bases ciudadanas que apoyan al PSOE y amenaza el espacio que había ganado el PP
25 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.El asunto va cada día a más y amenaza con abrir definitivamente la campaña electoral porque quienes activaron el volcán Garzón no calcularon bien los riesgos. En los dos últimos días se han sumado a la polémica con gran impacto nombres relevantes, especialmente el de Felipe González. Y por si esto no bastara, representantes de 26 países y de la ONU, entre ellos Estados Unidos, han firmado una declaración de apoyo evidente a quienes se oponen al procesamiento del juez. «El país que ensanchó los caminos de la justicia universal está a punto de convertirse en un referente de la injusticia universal», dice la declaración firmada en Bogotá. Esto ya no es cuestión de rencillas entre jueces, venganza de procesados por el caso Gürtel y ultraderechistas varios.
A Zapatero, y a cualquier ministro o periodista que viaja al exterior, le preguntan con preocupación en todas partes «qué está sucediendo en España para que se procese al hombre que puso contra las cuerdas al dictador Pinochet». Algunos representantes del PP a los que incomoda el asunto -otros lo jalean- estiman que la culpa de todo la tiene el presidente por abrir heridas con la ley de la memoria histórica. «Zapatero lo empezó porque le beneficia y Garzón lo continuó», afirman. Entretanto, Federico Trillo se muestra complacido, acaso porque todo este embrollo lo ha devuelto al primer plano de actualidad y le preguntan por algo ajeno al fantasma del accidente del Yak 42.
Mientras, privadamente, algunos exponentes de la derecha conceden que toda esta movilización solo puede perjudicar al PP. Es más: un destacado empresario que ocupó un alto cargo en el Gobierno de Calvo Sotelo se atreve a pronosticar muy convencido que si esto no se para, Zapatero, contra pronóstico, ganará por tercera vez las elecciones.
Esa es la letra pequeña del conflicto que se expresa ruidosamente en las calles de algunas ciudades españolas y del extranjero y que ha obligado al propio juez Luciano Varela a echar lastre por la borda: deja fuera de la acusación a Falange Española, aunque procesalmente tanto da, porque el pseudosindicato Manos Limpias es tan ultraderechista como Falange. Pero eligieron con acierto un nombre para despistar, como les hubiera recomendado cualquier lingüista cognitivo. Los aspectos estéticos también pesan en este conflicto y Varela, al que Garzón acusa de «asesorar jurídicamente a Falange y a Manos Limpias», los empieza a sentir.
Consecuencias electorales
Políticamente, la entrada de Felipe González en el asunto ha dado una nueva dimensión a la jugada. Es bien sabido lo que sufrieron en procesos y cárceles algunos colaboradores de González, como Barrionuevo y Vera, con el juez Garzón como promotor, sin duda dolido por el ninguneo con que el entonces presidente del Gobierno lo trató a su paso por el Gabinete. Por eso precisamente, por la distancia entre ellos, tiene especial relevancia que González diga que «lo que sucede con Garzón es inexplicable y lo que no se puede explicar, no puede ser justo». Ya no es cosa solo de asociaciones de víctimas, o de partidos de la izquierda radical.
Desde la moderación y la discrepancia con el propio Garzón, no se comprende, o sea no se admite, lo que se está haciendo con él. Si el PP no se fija en el ensanchamiento progresivo de esa base ciudadana y si Rajoy sigue enrocado en decir que «se trata de una campaña inadmisible contra el Supremo», el asunto tendrá consecuencias electorales.
Patxi López así lo estima también en conversación mantenida esta misma semana en Vitoria. Para el lendakari, que se confiesa optimista profesional, toda esta movilización va a ayudar significativamente a la recuperación del voto socialista. Ya se verá si es así, pero algunos, desde la derecha, temen que el volcán Garzón se convierta en la bandera de la recuperación del voto socialista desengañado y muy crítico con Zapatero.
En el PP se están percatando de ello. Terminarán imponiéndose los que prefieren volver a centrarse en las críticas al Gobierno por la crisis en vez de activar el volcán Baltasar Garzón. Las cenizas les pueden cerrar el espacio electoral que estaban ganando.