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Socialistas y ex ministros cuestionan a Zapatero y su forma de hacer política

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID/LA VOZ.

ESPAÑA

César Antonio Molina no oculta su malestar: «Es una persona que no escucha y que solo se fía de sí misma»

06 jun 2010 . Actualizado a las 14:04 h.

«Cuanto más duras parecen las cosas, más fortaleza parece nacer en nosotros». La frase la pronunció Zapatero el pasado martes en un homenaje a la alpinista Edurne Pasaban. Pero estaba claramente destinada a quienes desde fuera e incluso en sectores por ahora minoritarios de su propio partido lo dan por acabado. El presidente vive con la crisis la situación más difícil de su carrera política. Pero esta semana ha sufrido además los más duros ataques en sus propias filas desde que lidera el PSOE. Socialistas y ex miembros del Gobierno que no comparten su forma de hacer política han aprovechado su momento de mayor debilidad para pasarle factura. Las puertas de la contestación interna a Zapatero parecen abiertas definitivamente. Y pueden ir en aumento.

Las desavenencias entre Solbes y Zapatero eran conocidas desde antes incluso de que el ex vicepresidente abandonara el Gobierno. Pero nunca hasta ahora había osado Solbes criticar en púbico al presidente. «Hemos sido demasiado ricos durante demasiado tiempo y se ha controlado mal el gasto público», dijo sin tapujos el pasado lunes. Y se atrevió incluso a dejar claro que cuando la crisis ya era evidente la tesis que se impuso en el Gobierno «no fue la de actuar rápidamente, como algunos pensábamos». Solo ahora, con las medidas de ajuste es cuando, dice Solbes, «se ponen las cosas en la buena dirección».

Cambio de rumbo

Ese cambio de rumbo que aprecia Solbes ha sido admitido por el propio Zapatero, que hace poco aseguraba que rectificar «es un buen principio para gobernar». Pero existe también en el PSOE quien opina que Zapatero rectifica demasiado a menudo. Aunque no lo nombró, Felipe González dejó claro que esa es su opinión cuando en pleno debate sobre los bandazos del presidente aseguró que «rectificar es de sabios, y de necios tener que hacerlo a diario». La relación entre Zapatero y González ha sido siempre tensa, aunque cordial.

El jefe del Gobierno lleva mal los mensajes subliminales que le envía su antecesor, aunque evita contestar. Además de cuestionar tanta rectificación, González criticó a quienes gobiernan en función de lo que perciben en la «opinión publicada» en lugar de atreverse a asumir decisiones por impopulares que sean. Y en esa reflexión el ex presidente dejó incluso una enigmática justificación de quienes defienden en este momento la guerra de Irak a pesar de que su origen fuera injusto, falso e ilegal.

Pero aunque González, instalado ya en el mundo de los negocios, supera a Zapatero por la derecha, quien fue mano derecha del ex presidente, Alfonso Guerra, lo supera por la izquierda y lo cuestiona desde ese sector del partido. Así se pudo comprobar esta semana en la fiesta del 70 cumpleaños de Guerra, que se convirtió en una reunión casi conspirativa de un amplio grupo de desafectos, por más que José Blanco apareciera brevemente por allí.

En ese acto, según diversas fuentes, Guerra aprovechó para descalificar a «la nueva clase social» que ha creado Zapatero en el PSOE. Y reiteró sus viejas críticas al «adanismo» de quienes creen que todo ha nacido con ellos e ignoran el pasado. Muchos creyeron ver también ahí otra pulla a Zapatero. Lo relevante es que a esa celebración no acudió solo la perenne guardia guerrista, con Acosta, Fernández Marugán, Benegas, Barranco o Simancas a la cabeza, sino también otros que ya no lo son, pero que cuestionan a Rodríguez Zapatero desde otras ópticas, como Leguina, Rodríguez Ibarra, Múgica y hasta Barrionuevo.

Profundo malestar

Pero si de descontentos se trata, la palma en la semana que concluye se la lleva César Antonio Molina. El ex ministro de Cultura se liberó por fin e hizo explícito su profundo malestar con Zapatero. «Me dijo que me destituía por la paridad y por el glamur», dijo respecto a su salida del Gobierno. Y definió de forma muy amarga la forma de hacer política que, a su juicio, maneja Zapatero.

«Es una persona de buenas maneras, pero es una persona que no escucha y que solo se fía de sí misma». Algo que, por si no quedaba claro, Molina considera «un defecto gravísimo» en política.