La debacle del 28-N sentó muy mal en Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que se enfrenta a una lucha interna como vivió en el 2008. Hace dos años, el perjudicado fue el hasta entonces líder, Josep Lluís Carod Rovira, defenestrado por la cúpula actual. Carod, al que no dejaron ni participar en la campaña, pese a que es vicepresidente de la Generalitat, prometió que hablaría después del 28-N y lo hizo ayer. Se despachó a gusto con el presidente de ERC, Joan Puigcercós, de quien dijo que debió dimitir la noche electoral. «Unos líderes, que en su condición de candidatos, en los dos últimos años han hecho perder 540.000 votos y más de la mitad de los diputados en los Parlamentos español y catalán, solo tienen una salida digna, que es asumir responsabilidades», afirmó. Carod propone como plan de futuro que Esquerra integre una plataforma electoral con los catalanistas del PSC e ICV que aglutine el centroizquierda, como hace CiU en el espacio del centroderecha.