Blair, Clinton, Gore o Schröder se han forrado después de abandonar el poder

La Voz

ESPAÑA

19 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Tony Blair se ha convertido en el símbolo de los dirigente políticos que se enriquecen a su salida del poder, aprovechándose de sus relaciones, conocimientos y fama para incrementar espectacularmente sus patrimonios. A veces, traspasando las más elementales normas éticas y sacando partido del vacío legal existente. La conclusión es que el trabajo de ex presidente está mucho mejor pagado que el de presidente en ejercicio, como atestiguan los casos del ex premier británico, el ex canciller alemán Schröder, o los ex presidentes Clinton, Aznar y González.

Blair se ha transmutado en una máquina de ganar dinero, que ha obtenido unos 25 millones de euros desde el 2007, cuando decidió abandonar Downing Street. Hace meses se supo que se iba a embolsar 220.000 por dos conferencias en Singapur y Kuala Lumpur, pero ha llegado a cobrar hasta 260.000 en China. También trabaja para JP Morgan y la aseguradora Zúrich. Recientemente ha firmado un millonario contrato como asesor de Kuwait. También aconseja a empresas petrolíferas y a países del golfo Pérsico con intereses petrolíferos en Irak, pese a que fue uno de los promotores de la guerra. Todo ello mientras ejerce, es un decir porque no se nota, como enviado especial del Cuarteto para Oriente Medio. Su escandalosa posición le hizo renunciar a los 5 millones que le reportarán sus recién publicadas memorias, en favor de los soldados.

32 millones

Bill Clinton se ha embolsado 32 millones de euros desde que dejó la Casa Blanca y su caché como conferenciante es de 250.000, aunque ha cobrado hasta 360.000, El que fue su vicepresidente, Al Gore, ha hecho negocio son su cruzada contra el cambio climático, que le ha hecho multiplicar su fortuna por 50. En España cobra 250.000 euros por conferencia.

Uno de los casos más escandalosos es el de Gerhard Schröder, que nada más dejar el poder fichó como presidente de North Stream, controlada por el gigante ruso Gazprom, a petición de su amigo Putin. Poco antes de que fuese derrotado por Angela Merkel había avalado un crédito de 900 millones a la compañía rusa. El socialdemócrata se aseguró un sueldo de 250.000 euros anuales.