Una presidenta y catalana no sería noticia, dice la ministra
23 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.No se mojó, pero eso es en sí mismo un dato para un partido en el que nadie da puntada sin hilo. La ministra de Defensa, Carme Chacón, demostró ayer que está dispuesta a jugar sus cartas en la eventual sucesión de José Luis Rodríguez Zapatero. Y quizá no sean tan pocos quienes la aplauden. Aún no ha dicho con claridad si, llegado el momento, dará un paso al frente, pero no duda en colocarse bajo el foco del debate y en lanzar mensajes deliberadamente ambiguos. «Me iré a la doctrina de Felipe González: una cosa es desearlo y otra que los militantes quieran», dijo.
Dijo eso y también dijo que ella es una gran defensora de las primarias porque «son una fantástica fábrica para crear legitimidades y entusiasmo militante». En el partido hay quien interpreta que con esta intervención en el Foro Europa Press no solo pretendía lanzar un «aquí estoy yo», sino que ejerció como portavoz de quienes se rebelan contra lo que entienden una política de hechos consumados; la hoja de ruta de la sucesión diseñada en las alturas no se sabe bien por quién. El vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, está obviamente en la jugada como sucesor, y el vicesecretario general, José Blanco, también. Pero ¿todo a instancias de Zapatero? Eso es lo que los más críticos no se atreven a dar por hecho, porque el jefe del Ejecutivo es «indescifrable» para unos, «poco transparente» para otros y «frío como un témpano» para los más.
Cuando las preguntas empujaron a Chacón a decir, una vez más, que España está preparada para tener una mujer al frente del Ejecutivo, e incluso a una mujer catalana, no reculó. Simplemente se mostró sorprendida de que alguien pueda interpretar eso como una noticia. «No creo que haya nadie aquí que no pueda pensarlo», señaló.
Entre los asistentes, un público selecto: siete ministros, entre ellos, Manuel Chaves, Ramón Jáuregui, Francisco Caamaño y Cristina Garmendia. Esta era una ocasión en la que estar, admiten fuentes socialistas, implicaba muchas cosas. La presentación corrió a cargo de la defenestrada vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega con quien Chacón nunca tuvo una relación cordial. Pero también estuvieron muchos de sus amigos Leire Pajín, Eduardo Madina, José María Barreda, y varios miembros de la ejecutiva socialista, como José Andrés Torres Mora, Álvaro Cuesta o Maru Menéndez. También Josep Borrell, Carmen Alborch y Narcis Serra.
En su mayoría, quienes se oponen a dar el proceso sucesorio por inevitable mantienen una crítica con múltiples derivadas. Primero, no entienden que se haya asumido sin más que Zapatero es un líder en decadencia, aunque ellos mismos sean incapaces de digerir muchas de sus actuales políticas. Tampoco aceptan que tenga derecho a decidir por su cuenta si se queda o se va porque no es una cuestión de «tener o no ganas», dicen, sino de lo que conviene al partido. Y, por último, aún en el caso de que no puedan frenar su partida, se niegan a comulgar con la designación de Rubalcaba sin discusión alguna.
Buena parte de los que se pronuncian así pertenecen a la hornada que llegó a la cúpula socialista con Zapatero.