Los populares dominan el mapa local salvo en cuatro comunidades
12 jun 2011 . Actualizado a las 13:30 h.Empieza una nueva etapa para cuatro, quizás ocho o incluso más años en muchos ayuntamientos de España. El vuelco electoral del 22-M nos presenta un país distinto y ya sabemos que, más allá del color político de los ediles, gobernar se pone difícil porque es cuesta arriba: excesivo endeudamiento y recursos municipales cada vez más limitados. Los tiempos del país que se creía rico concluyeron.
España es popular en casi todo su territorio, excepto en el País Vasco, Cataluña, Canarias y Navarra, con predominio nacionalista o regionalista. Y también es distinta en Galicia, donde la alianza PSOE-Bloque ha privado al PP de algunas piezas codiciadas como Vigo, Lugo, Ourense y Pontevedra. Con todo, Núñez Feijoo tuvo un gran éxito al conseguir A Coruña y la diputación de esa provincia. Santiago de Compostela se dirime en los tribunales y puede acabar decidida por un solo voto. De momento, es de los populares.
La anomalía asturiana
Cabe añadir la anomalía en Asturias de Álvarez Cascos, que gobernará la comunidad y Gijón, su ciudad natal. La pérdida de poder de los socialistas es inmensa, pero resisten en algunas capitales de provincia como Lérida, Soria y Cuenca -las tres por mayoría absoluta- y, al final, Zaragoza, por un tripartito que presagia conflictos, más Lugo, Ourense, Segovia, Toledo y Tarragona. Completan su exigua lista de poder con las diputaciones de Sevilla, Huelva, Huesca, Ciudad Real, Badajoz y poco más.
La reaparición de la pinza parcial entre populares e Izquierda Unida ha acentuado la debacle socialista. El catedrático Javier Pérez Royo, a la desesperada, proclamaba ayer que esa minipinza aleja todavía más la recuperación de la izquierda, pero años de malas relaciones generan problemas insensibles a la lógica política. Se esfumaron las esperanzas de numerosos socialistas, que no logran comprender cómo Izquierda Unida favoreció ayer el acceso del PP a mayores cotas de poder que las determinadas directamente por los ciudadanos. Quedó sin sentido el discurso de IU de «obligar al PSOE a más políticas de izquierda». Cayo Lara sale mal parado del episodio porque se menoscaba su liderazgo non nato.
Pero la política no lo explica todo. Ciudad a ciudad, pueblo a pueblo, las rencillas y las venganzas han ido determinando actitudes discordantes con lo señalado por los estados mayores de los partidos. En Santa Cruz de La Palma, ocho ediles socialistas fueron expulsados de su partido ayer por apoyar al PP en vez de respaldar al candidato de Coalición Canaria, comprometiendo un acuerdo general en el archipiélago con los nacionalistas.
Incógnitas autonómicas
Ahora faltan los gobiernos autonómicos, y algunos están en el aire, como el extremeño. La IU local, salvo sorpresas, enviará a Guillermo Fernández Vara a hacer autopsias de nuevo -es médico forense, el forense de Puerto Hurraco, por cierto- aunque Cayo Lara todavía trate de de imponer su criterio a los suyos.
Otras incógnitas son Navarra y Canarias. El factor José Manuel Soria, personalmente incompatible con Paulino Rivero, ha dado algún respiro a los socialistas en algunos ayuntamientos y encarrila un gobierno nacionalistas-socialistas. En Navarra, los socialistas pactarán con UPN, que se llevará la presidencia de la comunidad y el Ayuntamiento de Pamplona.
Y queda Aragón, donde el regionalista José Ángel Biel juega al mus: «No he decidido aún», dijo hace unos días en Castellote (Teruel). Aunque se interpretaba así: «He decidido, pero aún no lo quiero decir». Será vicepresidente de la popular María Fernanda Rudi con probabilidad, pero aún sueña con que le dejen, al menos por un año, ser presidente de Aragón.
crónica política manuel campo vidal