La previsible pérdida de diputados dificulta el encaje de los candidatos
18 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.La confección de las listas para las elecciones del 20-N está creando tensiones y enfrentamientos en las filas socialistas. Mucho más de lo habitual, ya que las expectativas son de unos resultados muy pobres, según todas las encuestas. De los 169 diputados con los que cuenta el PSOE, podría quedar en 117 si se extrapolan los catastróficos resultados de las municipales. Eso hace que haya codazos por colocarse en los puestos seguros. El propio Alfredo Pérez Rubalcaba ha reconocido que tiene «listas de espera, muchísimos más candidatos que puestos».
Otros han preferido arrojar la toalla. Cinco ministros (Salgado, Sebastián, Gabilondo, Garmendia y González-Sinde) ya han anunciado que no se presentarán. A ellos hay que sumar al incombustible José Bono -a quien Chaves afeó que abandonara el barco en estos momentos difíciles- y a los ex titulares de Exteriores, Moratinos; Justicia, Fernández Bermejo, y Educación, Mercedes Cabrera.
El conflicto más importante hasta ahora ha tenido lugar en Zamora, donde Rubalcaba ha impuesto como cabeza de lista a Antonio Camacho, en perjuicio del veterano diputado Jesús Cuadrado, en cuya defensa salió el presidente del Congreso y que es próximo a Carme Chacón, ya que es portavoz de la Comisión de Defensa. El asunto se ha saldado con la dimisión del secretario provincial, Carlos Hernández, que ha denunciado irregularidades en la votación que dio la victoria al ministro del Interior.
Otros dos ilustres diputados como Álvaro Cuesta, fundador de la Nueva Vía que aupó al poder a Zapatero, y el guerrista Francisco Fernández Marugán han sido desplazados de sus feudos, Badajoz y Asturias, respectivamente. Al primero se le busca acomodo en otra provincia y el segundo ha decidido renunciar a ser candidato.
Pero donde la situación es potencialmente más explosiva es Madrid, donde solo se dan como seguros 10 de los 15 escaños que logró el PSOE en el 2008. Tras Rubalcaba irá su jefa de campaña y persona de su máxima confianza, Elena Valenciano, a la que seguirán el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, y Cristina Narbona. A partir de ahí quedan unos puestos muy codiciados, por los que va a haber pelea. Tomás Gómez quiere hacer valer la «cuota PSM» y situar en lugares de salida a los actuales diputados Delia Blanco y Rafael Simancas, pero hay otros muchos candidatos a los que colocar, entre ellos Diego López Garrido, Antonio Hernando y José Enrique Serrano, estrechos colaboradores de Rubalcaba. Quedarían fuera de los puestos seguros los dos diputados díscolos de Izquierda Socialista, Barrio de Penagos y Pérez Tapias. La inclusión in extremis de Torres Mora, ideólogo del primer zapaterismo, como número tres de la lista que encabezará Trinidad Jiménez en Málaga cerró un conato de rebelión, ya que Gómez amenazó con proponerlo en Madrid si se le relegaba al quinto lugar, como se le había propuesto.
Rubalcaba se está apoyando en José Blanco, tradicional muñidor de las listas, para tratar de sofocar los incendios provocados por el overbooking, al que ha aludido Rubalcaba.