La hipótesis cismática, con precedentes en el IRA, no se ve que pueda cobrar cuerpo antes del 20-N, pues todas las corrientes comparten el interés por la cita electoral. Expertos galos detectan la existencia de un núcleo duro de intransigentes que sitúan en la órbita de Mikel Karrera Sarobe, Ata, jefe del aparato militar detenido en Bayona en el 2010. A él se le adjudica la autoría de las muertes de dos guardias civiles en Capbreton a finales del 2007 y del policía francés Jean-Serge Nérin en marzo del 2010, último asesinato en el historial criminal etarra.
La ETA de Ata concentra su presencia clandestina en el seno del aparato militar, poder fáctico interno en que los irreductibles se han hecho fuertes, según los especialistas galos. «Sería sorprendente que todo el mundo en ETA esté totalmente de acuerdo con el comunicado», anota una de las fuentes parisinas.
En Francia, la banda lleva meses adormilada. «La estructura clandestina ha sido debilitada, pero sigue existiendo», objeta un mando policial. Incluso hay señales preocupantes. Es el caso del material intervenido a Domínguez Atxalandabaso en junio en un tren llegado de Italia. Son componentes electrónicos para confeccionar dispositivos de activación de bombas, modelos de última generación que en muchos casos venían de América. Ello apunta que la logística militar restableció pasarelas operacionales con sus históricos refugios en México y Venezuela.