Conservador, dialogante y cinéfilo

Julio Á. fariñas REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Torres-Dulce, durante una estancia en Pontevedra.
Torres-Dulce, durante una estancia en Pontevedra. Ramón Leiro< / span>

El nuevo fiscal general del Estado, Eduardo Torres- Dulce, es bien acogido por la mayoría de jueces y fiscales

31 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Se han cumplido los pronósticos más realistas. El hombre más popular de la carrera fiscal -el gran público aficionado al séptimo arte en la pequeña pantalla aún lo asocia a los debates cinematográficos de José Luis Garci, antes en La 2 y ahora en Telemadrid- es ya oficialmente el sustituto de Cándido Conde-Pumpido en la Fiscalía General del Estado. Su nombramiento ha sido acogido con gran satisfacción en el ámbito judicial, tanto por los fiscales como por los jueces. La mayoría conservadora lo aplaude porque es uno de los suyos y porque es la figura que mejor encarna la ruptura con la era Conde-Pumpido.

El magistrado gallego nunca disimuló sus diferencias con quien ahora le sucede al frente de la Fiscalía General, ya que fue de los pocos fiscales a los que no les renovó la confianza en el puesto que desempeñaban a su llegada, a pesar de contar con el respaldo mayoritario del Consejo Fiscal, controlado por los conservadores.

«Es una noticia extraordinaria para la Administración de Justicia», manifestó ayer, al hacerse oficial el nombramiento, el presidente y portavoz de la conservadora Asociación de Fiscales (AF), Francisco Jiménez Villarejo, quien destacó «las cualidades profesionales, la magnífica preparación y el indudable prestigio de Torres-Dulce».

Según Jiménez Villarejo, su compañero y expresidente de la AF, «es una persona independiente, que va a luchar por la autonomía del Ministerio Fiscal, por dignificar la función del fiscal y por aumentar la credibilidad de la carrera».

El sector progresista también acogió su nombramiento con alivio, ya que para el puesto se habían barajado otros nombres, como el del magistrado Enrique López, que generaba un rechazo casi unánime de la carrera fiscal.

La presidenta de la Unión Progresista de Fiscales (UPF), María Moreto, puso de relieve la dilatada trayectoria y el carácter dialogante de Torres-Dulce. Desde la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), su portavoz, Pablo Llarena, subrayó que Torres-Dulce cuenta con el apoyo de toda la carrera judicial y tiene una capacidad técnica reconocida, por la posición que ocupa en el Supremo.

El presidente del Foro Judicial Independiente, Ángel Dolado, también expresó su confianza en que Torres-Dulce será un buen fiscal general del Estado, por su profesionalidad y su experiencia,

Pero el fiscal cinéfilo no lo va a tener fácil en el cometido que le ha encomendado el Gobierno de Mariano Rajoy y muy especialmente Alberto Ruiz-Gallardón, que es el promotor -formalmente al menos- del nombramiento del nuevo fiscal general. De entrada, tendrá que lidiar con un Consejo Fiscal diseñado a la medida por su antecesor, partiendo de la premisa que, por ley, su mandato al frente del ministerio público no era renovable.

En puestos clave le quedan cuatro años de mandato a fiscales jefes y a fiscales superiores en la comunidades autónomas que no son de su cuerda y que son difícilmente removibles si no toman ellos la iniciativa de dejar el puesto por voluntad propia.

Uno de los retos más trascendentales que tendrá que afrontar Torres-Dulce será el pase de la dirección de la instrucción de los procesos del juez al fiscal, una reforma del sistema judicial español que es inaplazable para homologarlo con los de la mayoría de los países de nuestro entorno y que no es visto con buenos ojos por la derecha judicial.

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