Aguirre ha discrepado en muchas ocasiones de Rajoy e incluso comandó la rebelión que se gestó dentro del partido para sustituirlo
18 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Es un animal político de primera clase que a pocos deja indiferentes. Sus seguidores la aman y sus detractores la aborrecen. Sus tres mayorías absolutas seguidas demuestran el respaldo del que goza entre los madrileños. Aunque si no hubiera sido por el tamayazo, la traición de los diputados Tamayo y Sáez que impidieron que el socialista Rafael Simancas fuera elegido presidente, la historia podría haber sido muy diferente.
Representante de las esencias liberales dentro del PP, aunque sus oponentes destacan su lado conservador, Aguirre abrió caminos al convertirse en la primera mujer presidenta del Senado y de una comunidad autónoma, tras ocupar el cargo de ministra de Educación y Cultura con Aznar, con el que tuvo y sigue teniendo una gran sintonía, hasta el punto de declararse aún hoy aznarista total.
Ambiciosa y populista
Ambiciosa, de fuertes convicciones y populista, en sus nueve años al frente de Madrid ha sido mucho más que una baronesa territorial, una lideresa con proyección nacional, que actuó como oposición frontal a Zapatero. Poco a poco fue ganando peso político hasta llegar a convertirse en la máxima representante del sector duro del partido que quería descabalgar a Mariano Rajoy tras su segunda derrota en las urnas en el 2008. Este logró remontar la situación que se había puesto muy difícil y, con la ayuda decisiva del hoy defenestrado Francisco Camps, capeó el temporal y ganó el congreso de Valencia. Aguirre se atrincheró en sus cuarteles de invierno de la Puerta del Sol y se convirtió en un verso suelto, un pepito grillo sin pelos en la lengua que nunca dudó en expresar opiniones divergentes con la línea oficial del partido y del Gobierno. Sus choques con Gallardón también fueron sonoros, sobre todo cuando se opuso a que entrara en las lista del Congreso en el 2008.
La destitución fulminante, a finales del año pasado, de Francisco Granados como secretario general del PP madrileño para colocar en su lugar a su mano derecha Ignacio González era un abierto desafío a Rajoy. A quien designó ayer como su sucesor había cuestionado el liderazgo del gallego en el comité ejecutivo tras el fracaso electoral y fue apartado de la dirección. Un año después, el líder popular le pasó factura al vetarlo como presidente de Caja Madrid, que es lo que pretendía Aguirre.
Hace solo unos meses propuso vaciar prácticamente de contenido el Estado de las autonomías, mostrándose partidaria de la devolución al Estado de las competencias de los dos grandes servicios básicos, la sanidad y la educación, que suponen el 80 % del gasto de las comunidades, con lo que, dijo, se ahorrarían 48.000 millones.
En julio afirmó que había que terminar con «los subsidios, las subvenciones y las mamandurrias» y consideró «contraproducente» subir impuestos, después de que Rajoy hubiera aumentado el IRPF y el IVA.
Más recientemente, rechazó la decisión del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, de promover la libertad condicional del etarra Bolinaga. Y, como siempre, no se escondió, lo hizo en público y en una reunión del comité ejecutivo del PP, ante Rajoy, para lo que contó con el único respaldo de Mayor Oreja. Hasta para anunciar su dimisión ha marcado el paso a la dirección de Génova, que desconocía sus intenciones, pero está más que acostumbrada a sus desmarques. La Thatcher española deja el poder solo 16 meses después de haber obtenido una espectacular victoria en las elecciones, a las que se presentó tras ser operada de un cáncer de mama. Dobló en votos y escaños a los socialistas, que tras su largo mandato han sido laminados de tal forma que ya no son una alternativa real de poder.
Eurovegas: gana a Mas
Lo hace después de haber robado la cartera a Mas al conseguir convencer a Sheldon Adelson para que llevara el polémico proyecto de Eurovegas a Madrid. Aguirre se mostró partidaria de cambiar todas las leyes que fuera necesario para allanar la llegada del magnate estadounidense, incluida la suspensión de la ley antitabaco en sus casinos. Tanto el Gobierno como el PP la desautorizaron. Otro encontronazo más. Porque si algo caracteriza a Espe, como se la llama de forma cariñosa o despectiva, según quien lo haga, es que casi nunca se ha callado lo que piensa, como cuando se atrevió a desafiar el liderazgo de Rajoy, una jugada que le salió mal y que fue el inicio de su progresivo declive en el PP.
esperanza aguirre presidenta dimisionaria de la comunidad de madrid