Aunque Fernando Andreu se mantiene en sus trece y dice que no se equivocó, el desliz del caso Emperador es ya el mayor tropiezo de este juez desde que se hizo cargo hace diez años -el 12 de marzo del 2002- del Juzgado Central número 4 de la Audiencia Nacional, donde sustituyó al hoy polémico Carlos Dívar, quien entonces pasaba a ocupar la presidencia de la Audiencia. Ya en esa fecha Andreu, que se incorporó a la carrera judicial en el año 1986, no era un novato. Se había fajado en el Juzgado de Instrucción número 1 de San Sebastián, plaza en la que fue decano de jueces y en donde en 1995 asumió la investigación del asesinato de Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, uno de los ejes del caso GAL. Andreu, pese a un perfil no demasiado mediático, ha asumido sin embargo asuntos de gran calado como varias operaciones contra la mafia rusa, una denuncia por un bombardeo israelí de Gaza en el 2002, el proceso a 40 cargos públicos de Ruanda por delitos de lesa humanidad, el secuestro del pesquero Playa de Bakio o las querellas de Bankia.