El expresidente de la fundación del PSOE, destituido fulminantemente por cobrar a través de una identidad falsa, escribió un libro sobre corrupción
24 ene 2013 . Actualizado a las 01:04 h.A Carlos Mulas se le acabó el cuento. El diario El Mundo destapó en su edición del martes que el ya exdirector de la Fundación Ideas, patrocinada por el PSOE, cobró más de 50.000 euros a través de artículos firmados por Amy Martin, una supuesta periodista y analista política que acabó siendo, en realidad, un seudónimo del propio Mulas. Es decir, el presidente de la fundación recibía «sobresueldos» de hasta 3.000 euros por cada artículo, con temas que versaban sobre el cine nigeriano o la medición de la felicidad. Jesús Caldera, vicepresidente ejecutivo de Ideas, lo destituyó fulminantemente esta tarde, pero la bola ya había comenzado a rodar.
Tras hacerse público el caso, comenzó a salir a la luz más información sobre la trayectoria de Carlos Mulas. En la revista Artículos y Análisis de Opinión, editada por la propia fundación del PSOE, Mulas publicó un artículo titulado «Colaboración y confrontación: los sindicatos y la socialdemocracia en España». Al final del mismo, en unos renglones que ahora resultan incalificables, escribe: «El autor quisiera agradecer a Amy Martin su colaboración en este artículo».
Además, en su página web, Carlos Mulas Granados no perdía el tiempo en glosar su intensa actividad como periodista, profesor y conferenciante. Poseía un amplio álbum de fotos con personalidades como Bill Clinton, Lula da Silva, Tony Blair o Nicolás Sarkozy. Fotos «que me parecen interesantes», según escribe el expresidente de Ideas.
Carlos Mulas también poseía un blog en la página web del diario El País (Economía para el 99 %), que el propio medio ya ha eliminado.
Pero además, Carlos Mulas escribió un libro sobre corrupción. Según la web del Fondo de Cultura Económica, es coeditor, junto al exministro José Antonio Alonso, del trabajo «Corrupción, cohesión social y desarrollo», cuya reseña comienza con un párrafo esclarecedor:
«La lucha contra la corrupción constituye un componente obligado en las tareas de fortalecimiento del Estado y de promoción del desarrollo. Hoy se sabe que es imposible el progreso sin instituciones de gobierno que sean legítimas y eficaces; y que no es posible asentar esas instituciones en un entorno que resulte permisivo o tolerante con la corrupción».