El PSC aprovecha la crisis de los diputados díscolos para acelerar su renovación
ESPAÑA
El PSC cerró ayer con una multa de 400 euros para cada uno de los cinco parlamentarios díscolos, la crisis que desataron el miércoles pasado los diputados del sector catalanista que se negaron a cumplir la disciplina del grupo y evitaron votar en contra de la declaración soberanista aprobada por CiU, ERC, Iniciativa y CUP en el Parlamento.
Aunque hay sectores que abogan por la expulsión de los cinco disidentes -Ángel Ros, Rocío Martínez-Sampere, Marina Geli, Joan Ignasi Elena y Núria Ventura, todos ellos adscritos al ala más catalanista- la dirección del PSC decidió «pasar página» a un incidente «grave» y «lamentable» y finalmente no tomará medidas disciplinarias adicionales para tratar de preservar la maltrecha unidad de la formación. El PSC nunca hasta ahora había estado tan cerca de saltar por los aires hecho añicos. El músculo electoral se encargó durante lustros de mantener el matrimonio de conveniencia. Pero desde que el PSC perdió su poder electoral en las generales y en las locales y, especialmente, en las autonómicas, la guerra abierta entre las familias se ha desatado con toda crudeza.
Viejas rencillas
La pelea viene de lejos, pero comenzó a amenazar con la ruptura desde la salida por la puerta de atrás de Pasqual Maragall como candidato a la Generalitat (en el 2006) y su sustitución por José Montilla. La división entre ambas corrientes es seria y va más allá de las personas. Es una crisis de «fondo», según la calificó ayer el portavoz del PSC, Jaume Collboni.
El enfrentamiento de las dos almas -la catalanista y la autonomista- necesitará mucho tiempo para cerrarse, si llega a hacerlo. De momento, el PSC trata de ganar tiempo y se ha dado un año para «renovar», «reconstruir» o «reformular», según un documento interno de la formación, su proyecto político, que irá puliendo en diferentes convenciones.
La dirección busca hacer un esfuerzo de síntesis de las diferentes sensibilidades para «poner el acento en lo que comparten y evitar nuevas escisiones, como la que protagonizó en otoño del 2012 Ernest Maragall, que creó un partido que apuesta por Cataluña como un nuevo estado europeo. Los Tura, Castells, Geli, Nadal, Ros, Elena, Bonet y demás dirigentes del ala catalanista no han seguido a Maragall pero están más cerca de él, desde el punto de vista ideológico, que de la dirección del PSC.