La cadena humana de la Diada ahonda la división interna en CiU y en el PSC

cristian reino BARCELONA / COLPISA

ESPAÑA

El acto del 11-S agravará la tensión entre la Generalitat y la Moncloa

02 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Después de la gran manifestación del 11 de septiembre del año pasado, que precipitó unas elecciones autonómicas anticipadas en las que Artur Mas repitió triunfo pese a perder 12 de sus 62 diputados y ERC se erigió en el árbitro de la política catalana, el independentismo prepara una nueva exhibición de músculo para la Diada de este año. Dentro de semana y media no habrá una marcha multitudinaria como en el 2012, sino una cadena humana que recorrerá Cataluña desde el sur al norte para reclamar la independencia.

La Vía Catalana quiere lanzar un mensaje inequívoco a favor de la secesión, lo que garantiza más dosis de tensión en la ya de por sí tirante política catalana. Primero en los partidos. CiU y PSC son los que sufren más quebraderos de cabeza. En la federación nacionalista, la plana mayor de Convergència Democrática estará en la cadena, Mas mantendrá una postura institucional y no irá; a diferencia de la de Unió de Josep Antoni Duran i Lleida, que no ha tomado una postura definitiva, pero rechaza el lema independentista. Un desencuentro más entre los socios, después de un año muy crispado, en el que ha sobrevolado el fantasma de la ruptura.

Donde el fantasma de la fractura llama cada dos por tres a la puerta es en la sede socialista. La dirección del PSC no quiere saber nada de la cadena, y su negativa a suscribir las tesis soberanistas, aunque esté a favor de la consulta, ha provocado una seria crisis interna, provocada sobre todo por el sector más catalanista, que representa a una cuarta parte del partido, cada vez más próximo al nacionalismo y alejado del PSOE. De momento, la presencia en la Vía Catalana de Ernest Maragall, Joaquim Nadal y otros no hará si no agrandar la grieta que se ha abierto en el socialismo catalán.

La Diada, además de la tensión entre los partidos, ahondará la brecha entre la Generalitat y la Moncloa.