Su plan es aumentar la presencia pública del príncipe sin dar de lado al rey
22 sep 2013 . Actualizado a las 14:34 h.El rey don Juan Carlos está a las puertas de su quinta operación en el último año y medio. Los rumores sobre su abdicación alcanzaron tal nivel el viernes que la Zarzuela tuvo que convocar una rueda de prensa urgente para desmentirlo. El jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, zanjó el asunto y quiso dejar claro que «el único jefe de Estado es el rey y sus funciones no son delegables, ni en el príncipe».
Pero con una recuperación que se prolongará de dos a seis meses la lupa volverá a ponerse en el heredero, don Felipe, que a sus 45 años es, en palabras de don Juan Carlos, el príncipe de Asturias más preparado de la historia. Aunque no asumirá las funciones de jefe de Estado sí buena parte de la agenda protocolaria de su padre, como hizo después del accidente de Botsuana en abril del 2012, que marcó un antes y un después para don Juan Carlos. Su popularidad sigue en caída libre, sin que las estrategias puestas en marcha desde la Zarzuela para que recuperara credibilidad hayan tenido éxito. Sus problemas de movilidad han acrecentado la sensación de declive físico de un hombre de 75 años.
El príncipe ha sabido desmarcarse de los escándalos que han deteriorado la imagen de la familia real, de Botsuana al caso Nóos. Su valoración por la opinión pública es muy superior a la de su padre y ha aumentado tras su brillante intervención ante el COI en Buenos Aires en defensa de la candidatura Madrid 2020.
Pese a que Spottorno fue especialmente contundente respecto al papel que va a jugar el príncipe durante la convalecencia del rey, para poner coto al creciente debate sobre su posible abdicación o inhabilitación, ya empieza a manejar los tiempos sobre la sucesión, que dada la edad del monarca y sus achaques llegará en un plazo no muy lejano. El plan consiste en que don Felipe tenga cada vez más presencia pública, en solitario pero también acompañado de su mujer, Letizia, para que aumente el alto nivel de aceptación del que goza. Pero sin dar la impresión de que sustituye o se da de lado al monarca.
Por otro lado, la ley orgánica que debe regular las abdicaciones, renuncias y dudas sobre la sucesión, prevista por la Constitución, está pendiente desde hace 35 años, lo que demuestra la falta de voluntad del PP y el PSOE para hacerlo. Tampoco el Gobierno quiere abordar el estatuto jurídico que debería regular la actividad pública del príncipe, que según algunos constitucionalistas sería muy necesario, sobre todo en la situación actual. Sobre la abdicación, se remite a que es una decisión exclusiva del rey, en la que no puede influir, e incluso considera que no es buen momento porque el caso Urdangarin sigue abierto.
De momento, la agenda pública del rey se limita a mañana, cuando recibirá a dos dirigentes marroquíes. Para el resto de la semana no hay nada previsto. Eso indica que será intervenido a partir del martes.