El general respondió en febrero del 2001 a diez preguntas de La Voz sobre el 23-f
02 dic 2013 . Actualizado a las 11:19 h.-¿Usted le ofreció a Tejero 600 millones de pesetas y un avión en la base de Getafe para salir de España?
-Si yo le ofrezco a Tejero 600 millones para irse de España me da un tortazo.
Lo que si le dije, sin mucho hincapié, es que estaba un avión preparado por si quería salir del país.
-Cuando Gabeiras, su jefe inmediato, se despidió de usted para ir al Congreso el 23-F, alguien aseguró que le dijo: «Mucha suerte, presidente, y a tus órdenes». ¿Qué hay de cierto?
-Radicalmente falso. Además del propio Gabeiras, tengo como testigo a su ayudante, el coronel Sierra, que lo desmintió rotundamente.
-Pero, realmente, ¿qué le propuso a Tejero cuando fue a verle al Congreso?
-Que me permitiese entrar en el hemiciclo para hablar a los diputados. Pero que antes tenía que retirar a la tropa de allí. No me admitió ni una cosa ni otra.
-¿Y la lista del futuro Gobierno que llevaba en un papel, donde aparecía Felipe González como vicepresidente y Manuel Fraga de ministro de Defensa?
-Yo no llevaba ninguna lista de Gobierno ni nada que se le pareciese. El único papel que llevaba era uno con el teletipo de
Milans en la Capitanía de Valencia. Cuando se corrió ese bulo, casi me dio la risa y ni lo desmentí. No soy tonto y
sé cual es el procedimiento que existe para nombrar un Gobierno. Sé que el Rey propone un candidato y que luego hay una sesión de investidura en el Parlamento y una o varias votaciones.
-Hablando del Rey, ¿es verdad que se le impidió ir a la Zarzuela?
-Nadie me impidió que fuese a la Zarzuela y si hubiese querido ir hubiese ido. Las dos conversaciones que tuve el 23-F con Su Majestad fueron cordiales.
-Hasta ahora, usted no había contado a nadie su conversación con el Rey el 13-2-81, cuando se fue a presentar como segundo Jefe del Estado Mayor. Pidió luego, en el juicio, permiso por escrito a la Zarzuela para poder contar dicha conversación (que duró hora
y media), pero no se lo dieron. ¿Por qué la ha contado ahora en el libro de Cuenca Toribio?
-Yo he hablado mucho con el catedrático Cuenca Toribio sobre estos hechos. Él vino a verme un día y me dijo: «La historia hay que contarla lo más fielmente posible y yo quiero hacerlo con el
23-F, por lo que creo que es conveniente que hablemos». Y me pareció un hombre honesto y le comenté muchas cosas, incluyendo esa conversación con el Rey, porque el día de mañana, cuando yo falte, bueno será que estas cosas se sepan de primera mano y no por rumores o informes parciales.
-Por cierto, ¿era usted el «elefante blanco» que esperaban los asaltantes al Congreso?
-No. Mire, Tejero dijo varias veces que esperaba un militar de alta graduación en 20 minutos y yo tardé más de cinco horas. Y después, no sólo no me hizo caso, sino que me dijo que no volviese.
-¿Y qué le dijo Aramburu (el director de la Guardia Civil) cuando le llamó para que fuese al Congreso, pues a él Tejero no quería ni verle?
-Pues, más o menos, en lenguaje coloquial, me dijo: «Mira Alfonso, aquí se va a organizar algo muy gordo, pues Tejero tiene encañonados a los diputados y se puede cargar a Carrillo, o a quien sea». A mí, desde la Zarzuela, Sabino me dijo: «Vete, pero a título personal».
-El coronel Martínez-Inglés, en un libro reciente, transcribe un testimonio del capellán de la prisión de Alcalá, Mariano del Cid, en el que dice que usted le comentó que el Rey, en 1980, le
propuso ser presidente de un Gobierno de concentración nacional para salvar a España, la democracia y la corona, ¿qué tiene que decir?
-Totalmente falso. Ni conozco a ese coronel ni he dicho nunca nada de eso. Es como una sirvienta mía que me decía que habían robado el pazo, pero lo había visto en sueños, porque luego despertaba y nadie había robado nada.
-Dos días después del 23-F, usted envió una nota al Jefe del Cuarto Militar del Rey y a Gabeiras explicándoles su actuación en el Congreso, ¿recibió contestación?
-La estoy esperando todavía.
-En resumen, ¿a qué fue usted al Congreso el 23-F?
-Fui a buscar una solución que permitiese salir de aquel embrollo, que no hubiese sangre y que se liberase a los diputados. Es falso que esa solución fuese un Gobierno de coalición presidido por mí. No he tenido ni tengo ambiciones políticas. Sólo he querido servir a España y al régimen monárquico que la encarna.