El artífice de la transición recibirá hoy el homenaje público en la capilla ardiente instalada en el Congreso y mañana será enterrado en la catedral de Ávila. El funeral de Estado se celebrará el lunes 31 de marzo en la Almudena. SIGUE AQUÍ TODA LA INFORMACIÓN
24 mar 2014 . Actualizado a las 11:52 h.Fue el presidente del Gobierno que eligió el rey para pilotar el complicado tránsito de la dictadura franquista a la democracia constitucional. Cumplió con éxito la histórica misión gracias a su inagotable capacidad de consenso y diálogo, a la que añadió su carisma y grandes dosis de valentía personal y audacia política. Adolfo Suárez falleció ayer a los 81 años de edad como consecuencia del empeoramiento del alzhéimer que padecía desde hacía once años. Así lo anunció a los medios el portavoz de la familia, Fermín Urquiola, visiblemente desencajado. El Gobierno decretó tres días de luto oficial.
Criticado ferozmente en su última etapa como jefe del Ejecutivo antes de que dimitiera el 23 de enero de 1981, máxima expresión de la dignidad que representaba su cargo durante el golpe de Estado del 23-F, retirado de la política desde 1991 tras el intento fallido del CDS, Suárez se ganó el reconocimiento unánime cuando ya no estaba en activo. Tras su muerte, se volvió a manifestar con los elogios generalizados a su figura, empezando por el rey, que expresó su dolor y su gratitud, pasando por toda la clase política sin distinciones, las instituciones y, en general, todos los españoles.
El calvario personal que padeció tras abandonar la política, con la muerte de su mujer y su primogénita, víctimas del cáncer, y la enfermedad neurodegenerativa que borró totalmente su memoria granjearon aún más el cariño de la ciudadanía hacia el presidente de la reconciliación y la libertad.
La muerte
Rodeado de su familia. El primer presidente de la democracia falleció a las 15.03 horas en la clínica Cemtro, de Madrid, donde estaba ingresado desde el lunes pasado aquejado de neumonía. Todas las alarmas saltaron el viernes, cuando su hijo Adolfo Suárez Illana anunció que su padre se encontraba en situación terminal y el desenlace era inminente. La muerte, dijo el viernes, podría producirse en un plazo de 48 horas. Y así fue. A pesar de que era esperada, la noticia del fallecimiento del primer presidente de la democracia y principal protagonista junto al rey don Juan Carlos de la etapa de la transición, causó una conmoción generalizada en en un país que con los años engrandeció la figura de Suárez y terminó por reconocer plenamente su enorme tarea política.
La causa técnica de la muerte fue «por EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica) reagudizado, en el contexto de enfermedad de alzhéimer por deterioro neurológico severo», según Isabel de la Azuela, encargada de su tratamiento. «Es la evolución natural de la enfermedad la que le ha llevado al desenlace final», aseguró la doctora, que precisó que al ex jefe del Ejecutivo no se le aplicaron «medidas extraordinarias en ningún momento», sino un «tratamiento conservador», que hizo que permaneciera «muy confortable, muy sereno y muy cómodo» ante el avance progresivo de la enfermedad. El director de la clínica, el doctor Pedro Guillén, destacó que Suárez estuvo acompañado en todo momento por sus seres queridos. «Este hombre se ha llevado el calor, la cercanía y proximidad de la familia desde siempre», insistió.
Visitas
Rajoy, en la clínica. Uno de los primeros en acudir al centro hospitalario para transmitir sus condolencias a la familia fue el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. El líder del PP acudió tras pronunciar una breve declaración en la Moncloa, en la que lamentó el fallecimiento de uno de los «grandes hombres de nuestra época». El presidente del Gobierno suspendió el viaje a La Haya que tenía previsto realizar hoy para participar en la Cumbre de Seguridad Nuclear.
Antes, pasaron a dar su pésame el expresidente del Gobierno José María Aznar, que se fundió en un abrazo con Adolfo Suárez Illana, y su esposa, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, que anunció que en el próximo pleno propondrá el nombramiento de Suárez como hijo adoptivo de Madrid. También se personaron el líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, y exministros como Jaime Lamo de Espinosa o Rodolfo Martín Villa.
Capilla ardiente
En el Congreso. La capilla ardiente en memoria del presidente de la concordia se instalará hoy en la Cámara baja, donde permanecerá abierta durante 24 horas, a partir de las diez de la mañana, para que todo aquel que lo desee pueda acercarse a rendirle homenaje. Así lo autorizó la familia, que organizó un velatorio íntimo ayer por la tarde en el mismo centro hospitalario donde se produjo la muerte. Suárez recibirá los mismos honores que su sucesor en el cargo, Leopoldo Calvo-Sotelo, fallecido en el 2008. El féretro se expondrá en el Salón de Pasos Perdidos cubierto por una enseña nacional y custodiado permanentemente por militares y guardias civiles. El presidente del Congreso, Jesús Posada, explicó que los ciudadanos podrán acceder a dar su último adiós a Suárez por la Puerta de los Leones, que solo se abre para ocasiones especiales, como el Día de la Constitución.
El héroe del 23-F
Trayectoria política. El Congreso se convertirá así en escenario del último homenaje a Adolfo Suárez, el hombre que en ese mismo recinto dio un ejemplo de coraje y valentía personal al enfrentarse a los militares que protagonizaron el golpe de Estado del 23-F y al negarse a tumbarse a los pies de su escaño incluso cuando comenzaron los disparos, tal como hicieron el resto de los diputados, con la excepción de Santiago Carrillo y el vicepresidente del Gobierno, el general Manuel Gutiérrez Mellado.
Pese a que con los años el reconocimiento a su labor fue prácticamente unánime, la figura de Suárez, nacido en Ávila en el año 1932, no gozó siempre de esa simpatía generalizada. A pesar del aprecio que se ganó gracias a la apertura hacia las libertades que propició frente a la fuerte oposición de una cúpula militar todavía muy ligada al franquismo, su estrella fue declinando debido a las enormes dificultades a las que se enfrentó en su tarea de gobierno tras ganar las elecciones al frente de UCD, el partido que fundó junto a destacados políticos procedentes de ámbitos muy distintos, aunque con un perfil centrista.
Los duros ataques que recibió por parte de una oposición que lo acosaba día a día en el Congreso, de una prensa progresista impaciente por acabar cuanto antes con todo resto del franquismo, de los medios nostálgicos del franquismo, las conspiraciones en su contra dentro de su propio partido y el rechazo de unos militares que nunca le perdonaron la legalización del Partido Comunista le llevaron a presentar la dimisión ante el rey.
El presidente que pilotó la transición democrática, codo con codo con el monarca, se fue ayer con el merecido reconocimiento por su histórica labor de la inmensa mayoría de los españoles. Se lo tenía ganado.