El debate abierto por la sucesión abre otra vía de agua, abanderada por los socialistas gallegos
04 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.El PSOE se desangra. A la herida en el costado que le supuso el hundimiento electoral de las europeas y la guerra abierta por la sucesión del vapuleado Alfredo Pérez Rubalcaba como líder del partido -obligado a dimitir tras la nueva debacle-, a los socialistas se les suma ahora, con la abdicación del rey, nuevos estigmas que amenazan con arrastrarlo al infierno de la fractura. Aunque la portavoz parlamentaria del PSOE, Soraya Rodríguez, defendió ayer a ultranza la línea oficial de la ejecutiva federal, reforzada desde el lunes por Rubalcaba, las voces disidentes dentro del partido no solo no amainan sino que cada vez son más fuertes y numerosas.
Así, aunque Rodríguez aseguró que los socialistas votarán en el pleno del Congreso del próximo día 11 a favor de la Ley Orgánica aprobada por el Gobierno para hacer efectiva la abdicación del monarca, «dando cumplimiento a la Constitución española», otras organizaciones federales, con la gallega a la cabeza, no están en absoluto de acuerdo con tal postura. De hecho, se han manifestado a favor de la apertura de un «tiempo de reflexión para una reforma constitucional bajo el prisma del consenso, también sobre la jefatura del Estado», como señaló el líder del PSdG, José Ramón Gómez Besteiro.
En román paladino, que en el seno de la familia socialista hay una clara fractura entre el aparato oficial, partidario de posibilitar el mantenimiento del status quo institucional, y otras ejecutivas que, como la gallega, la balear o la valenciana, reclaman abrir las puertas al debate y aprovechar el momento para votar lo que fue imposible en 1975: escoger monarquía o república.
No dará libertad de voto
Pese a expresar respeto «por todos los debates, porque todos son legítimos, también aquellos que plantean una reforma de la Constitución», Soraya Rodríguez insistía sin embargo en la tarde de ayer en que la postura del PSOE sobre la abdicación del rey y su sucesión respondía al más estricto cumplimiento de la Carta Magna. Porque «para reformarla, lo primero que hay que hacer es cumplirla, y el grupo socialista es lo que va a hacer», sentenció.
Y como la libertad de voto la carga el diablo -empleada muy excepcionalmente y peligrosa en un asunto tan extremadamente sensible como este, con un divorcio tan notorio entre el aparato y las bases- en las bancadas socialistas no habrá libertad de voto. «Lo que no puede ser -dicen fuentes socialista en la Mesa del Congreso, citadas por Colpisa- es que en un momento de confusión nosotros contribuyamos a crear más confusión». En esta línea, la portavoz socialista aseguró que no se plantea que ningún diputado rompa la disciplina de voto en el pleno del miércoles.
Zapatero y González, al rescate
Pero como cualquier ayuda es bienvenida en este debilitado PSOE, ayer los ex presidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero reforzaron en los medios la postura oficial.
El primero señaló en la Sexta que no es miedo, sino coherencia lo que hay tras la decisión de la ejecutiva federal. «Cumplir la Constitución es lo más republicano», añadió, recordando a su abuelo fusilado, mientras que González apeló al cambio que supuso el actual monarca, que defendió la democracia.
En cualquier caso, los argumentos de los políticos socialistas no cambiaron ni una coma del discurso de los díscolos, que prendió fuego en distintas partes del mapa federal socialista. Porque ya no son únicamente las juventudes del partido o la debilitada corriente de Izquierda Socialista quienes reivindican un debate sobre el modelo de Estado y la reforma constitucional. El secretario general del PSOE gallego, José Ramón Gómez Besteiro, o sus homólogos de Valencia y Baleares, Ximo Puig y Francina Armengol, no quieren callar.